Defender la Ciencia es defender la vida
- Por Yanela Ruiz González
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Comunicativa e ingeniosa como todo Géminis, Martha María Morejón Borjas encontró en el camino de la ciencia su mayor pasión, esa que le hizo reducir su tiempo de sueño a cinco horas diarias y aun así sentir un inmenso placer por formar parte de la familia del Citma, donde ha laborado por más de un cuarto de siglo con resultados relevantes en su gestión.
Holguinera de pura cepa, la menor de cinco hermanos, todos profesionales, cuenta con mucho orgullo su trayectoria, cultivada con el esmero de quien asume cada tarea como el gran reto a vencer; por eso siempre los resultados van en ascenso y dondequiera que se mencione su nombre, como si es en los créditos de una tesis, va a existir la seguridad de que Martha leyó, estudió y sugirió todo lo que sus conocimientos le permiten hacer, y si alguna duda le asalta en el camino, ella busca, indaga, pero siempre da la respuesta lo más completa y acertada posible.
Son muchos los años de vuelo y navegación en el tratamiento a diversos temas, que no solo tienen que ver con el desarrollo de la Ciencia en sí, pues antes de emplearse en estos senderos, tuvo una infancia marcada por el gusto por la música, específicamente la guitarra.
Casi parece un secreto de confesión, pues muy pocos deben conocer esta faceta de ella, en la que descargaba entre hermanos al compás de este instrumento, momentos de la vida familiar que atesora en sus recuerdos y que la convirtieron en una amante de la obra de Joan Manuel Serrat, lo que unido a las series dominicales, es lo que más disfruta en el poco tiempo de descanso.
De carácter exigente pero de sencillo andar, no ha tenido más pretensiones en la vida que la de ser útil, hacer bien lo que corresponda y a veces mucho más, cuidar de los suyos y compartir con ellos el tiempo que pueda, además de apapachar a sus perros Dinky y Charmy, sus compañeros de vida.
Fue la última descendiente de una prole, en la que el predecesor le aventaja en 11 años y la mayor ya andaba por los 18. Vino a ser, como dice ella, el “juguete” de la familia. Su mamá trabajaba y desde pequeñita, a los seis meses, la llevaron al círculo infantil. Sin embargo, era muy apegada a sus padres, a quienes cuidó hasta el último de sus días.
Como la vida da tantas vueltas, la más pequeña de la prole Morejón Borjas, no ejerció como músico, sino que pasó al pre “Varona” y allí obtuvo la carrera de Arquitectura. Cinco años en la Universidad de Camagüey vieron a una Martha multifacética, integral como se conoce en este ámbito, en la que no pasó por alto el movimiento de aficionados al arte y los eventos deportivos, ni los cargos de la oraganización estudiantil, FEU.
Con una propuesta de transformación a los edificios Gran panel IV, tema que desarrolló en conjunto con el arquitecto Claudio Vicente, del municipio de Banes, obtuvo su título, el que defendió luego en empresas constructoras militares, a donde fue a cumplir su servicio social.
¿Por qué no siguió en este perfil propiamente?
Tres años dediqué a la empresa constructora militar hasta que me fui para el Centro Provincial de Diseño con Polanco, etapa en la que hicimos arte con Revolución, pues decoramos todos los frentes de la División mambisa, impulsada en los 90 en Holguín. Estábamos en función de hacer agradable la estancia a quienes aportaron en la producción de alimentos en medio del cruel periodo especial.
Luego pasé a Emprestur, ahí tuve la oportunidad o suerte de tener una brigada de decoración y ambientación donde yo era la jefa y en la que traté de tener al mejor albañil, pintor, diseñador, los mejores talentos y conjunto de saberes reunidos. Dejamos nuestra impronta en muchos lugares, casas de visita, hoteles, tiendas… se trabajaba a conciencia y con mucho esfuerzo obteníamos los materiales.
Pero fallece mi papá en octubre del 96, eso unido a otras situaciones que me disgustaron me llevaron a tomar la decisión de colgar el título y no trabajar más como Arquitecta. Casi un año después veo en el periódico ¡ahora! una convocatoria de plazas de la Delegación territorial del Citma, para atender al sector de la construcción desde la ciencia, y como era afín con mi carrera me presenté con mi proyecto, y a principios de octubre fueron a mi casa a avisarme que me incorporara. Ocurrió un 8 de octubre.
Hace una parada para apostillar que tiene en su vida tres paradigmas, uno es Martí, el otro es Fidel y el otro es el Che, a quien dedicó su tesis doctoral.
25 años después se mantiene en el mismo sitio…
¿En qué se desempeñó a su llegada al Citma?
Comencé a trabajar el tema de la propiedad industrial. Fui fundadora del Centro de información y gestión tecnológica, Ciget, y ahí se crea la sección provincial de la oficina cubana de propiedad industrial. Fueron los años en que se registraron la mayoría de las marcas de las empresas de Holguín y de algunas personas naturales. Vértice, Raudal, Turey, Ingeco, Acimut y la del vino El Guayabero, son algunas de esas marcas.
¿Y cuándo es que llega a emplearse más a fondo con la ciencia?
En el Citma hice mis estudios de Maestría en Gerencia de la Ciencia e Innovación y luego vino el Doctorado en Gestión de la Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente. Fue una etapa igualmente de mucho sacrificio y escaso acceso a la tecnología, pero aun así logré hacer ambos estudios.
La innovación no es una idea, hay que concretarla. Por eso, el día que me concedieron el reconocimiento de Personalidad del año en mi discurso dije ‘Convirtamos en hechos esa palabraʼ, muy intencionada en estos tiempos en los que estamos llamados a emplear la Ciencia en todos los ámbitos, incluso hasta para ejercer el gobierno.
Sin embargo, a pesar de que todo mundo tiene en el discurso la ciencia, la tecnología y la innovación, no siempre se aprecia en el ciclo cerrado de la investigación, uno de los grandes retos que tenemos.
De Martha María Morejón Borjas pudieran llenarse muchas cuartillas. Su intelecto y desempeño trascienden los marcos de la sede del Citma y de importantes eventos como Expociencia, en el que funge como coordinadora de su comité organizador, o de los Consejos asesores en los que participa.
Quienes tienen la dicha de recibir sus conferencias en la Universidad de Holguín o en espacios como Expoambiente, darán fé de la grandeza de esta Géminis, que gusta siempre compartir sus saberes y aprovechar al máximo cada minuto de su tiempo en cultivarse en la utilidad de la virtud, que en ella se traduce en hacer con ciencia lo cotidiano.
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