Menos etiqueta, más libertad

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diversidad sexual
 
Para algunos, la búsqueda de quiénes son, se vuelve más difícil al encontrar tantas terminologías sexuales en la paleta, 31 o 112, en dependencia de autor o nación.
 
Sexualidad, diríamos que no queda nada nuevo que decir, pero aunque en Cuba sea un mar en calma para muchos, en el resto del mundo la revolución por la igualdad continúa.
 
Ha llevado desde hace algún tiempo a tomar en cuenta todas aquellas aristas de: sexo, expresión de género, identidad de género y preferencia sexual, trayendo como resultado cientos de definiciones para cada comportamiento, y algunas confusiones.

Para tener una idea de cuánto pueden variar estos comportamientos y meternos un poco en contexto hay que entender primero que el sexo biológico hace referencia a las diferencias entre hombres y mujeres, genitales, cromosomas y hormonas; que viene determinado antes de nacer.

La identidad de género responde a cómo se siente cada persona, pertenecer a un sexo y no al otro, y es anterior al reconocimiento de sus diferencias anatómicas.

La preferencia sexual es más simple pues solo está condicionada por quién te sientes atraído emocional, sexual y afectivamente (no tienen por qué estar ligados). Según Sigmund Freud las personas nacen bisexuales y a lo largo de su desarrollo determinan a qué sexo se inclinan más.

Entonces la expresión de género está vinculada a los roles admitidos por la sociedad como femeninos y masculinos, que en algunas personas pueden estar combinados; es el comportamiento de cada uno que puede coincidir o no con lo que se supone que debas hacer.

Existen además personas que no encuentran espacio con ninguno de estos aspectos, como las que sienten que no pertenecen a ningún género o no les atrae ningún sexo, o las que fluctúan entre todos.

Parece complicado tratar de meterse en un esquema cuando te das cuenta que todos estos aspectos se pueden combinar y dar paso a muchas sexualidades, donde cada quien adopta la que mejor lo represente. Pero¿por qué la necesidad de incluirnos en algún grupo determinado?¿por qué el deseo que se nos reconozca como una cosa u otra?¿acaso no nos dividimos más y aceptamos menos?

El comportamiento de las personas en dependencia de su género ha estado determinado por actitudes patriarcales que siguen vigentes a pesar de los años de lucha y los estudios que afirman que la homosexualidad no es una enfermedad.

La contienda por la aceptación va más allá de cualquier etiqueta, son los derechos que debería poseer cada ser humano, para decidir qué hacer, siempre y cuando no afecte a otros; para determinar quién ser y cómo comportarse sin amarres políticos o culturales.

Tratar de pertenecer podría ser una respuesta a toda esta conceptualización que ha surgido recientemente, la necesidad de ponerle un nombre a todo, algo a lo que aferrarse para concretar un modo de vida. Lograr asumir un nombre solo nos separa más de la realidad, y de los problemas que afectan a estos grupos de personas, consecuencias del pensamiento retrógrado.

Nadie es enteramente normal cuando de sexo o emociones hablamos; tal vez podríamos decir que existe una sexualidad para cada ser humano del planeta, si aprendemos a vivir más libres y a dejar de imponernos lo ¨políticamente correcto¨ tal vez un día podamos olvidar las etiquetas y aprender a vivir con nuestras rarezas.

Algunos continúan creyendo que venimos con acciones preestablecidas e inviolables para la naturaleza del hombre, pero para poder evolucionar se necesitan cambios, y yo apuesto a un paso por la tolerancia.
 

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