Rafael Castillo: destreza y admiración
- Por Norton Lorenzzi Véliz
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Fotos: Archivo
En San José de Cautillo, barrio rural cercano al poblado de Santa Rita, Bayamo, el matrimonio formado por Bartolo Castillo Arzuaga y Magdalena González Blanco tuvo 18 hijos, 14 de ellos varones. El menor de la prole fue Rafael Castillo González, nacido el 1ro de febrero de 1952.
Llegó al deporte por tradición familiar. Casi todos sus hermanos eran peloteros. Prácticamente integraban un equipo representativo de la granja Mártires de Artemisa. Excepto el short stop y la segunda base, los demás jugadores eran los hermanos Castillo y entre los lanzadores había cuatro, cuando explotaba uno entraba otro.
Rolando y Gonzalo estuvieron en Series Nacionales y fueron tiradores de resultados. Ángel, el mayor, era un antesalista de calidad y pudo haber asistido, pero era algo veterano. Rafael tuvo su primera participación oficial en una competencia en Santiago de Cuba en la categoría escolar 13-14 años y causó curiosidad entre los especialistas porque lanzó lo mismo con la mano derecha que con la zurda.
En 1968 entró al Servicio Militar. Lo ubicaron en la Columna Juvenil del Centenario en Camagüey. En 1970 participó por el municipio Nuevitas en las eliminatorias juveniles e integró el equipo de esa provincia al campeonato nacional. Alcanzaron el segundo lugar y obtuvo cuatro victorias sin derrotas.
Al desmovilizarse, en 1971, regresó a Oriente y con el equipo de esta provincia volvió al nacional juvenil, el saldo individual fue de tres ganados y uno perdido. En un juego de este certamen lanzó a ambas manos y la gente se impresionó con el hecho. Ese año asistió a su primera Serie Nacional, (XI), con el equipo Mineros. Tuvo poca actuación, no llegó a cinco entradas lanzadas. Fue la temporada del dramático Play off final con Azucareros.
En la serie provincial de 1972 lanzó con el municipio de Santa Rita y ganó varios partidos. En uno de estos sacó los tres últimos out de uno, dos y tres lanzando a la zurda, luego de haber trabajado ocho entradas a la derecha y se formó un gran problema, pues el director del plantel contrario protestó el juego por esta situación.
Este hecho se conoció en toda Cuba. Se comentaba que en Oriente había un lanzador que tiraba a ambas manos y complicaba los juegos de pelota. La prensa también se hizo eco del sensacionalismo y antes del inicio de la XII Serie Nacional, la Comisión Nacional de Béisbol decidió tomar cartas en el asunto y dictó medidas especiales, entre estas; que si un lanzador iniciaba un juego a la derecha no podía cambiar para la zurda y viceversa.
En 1972 integró el equipo Serranos a la XII Serie. Conrado Marrero, quien era el entrenador de pitcheo, le recomendó que lanzara solo a la derecha con la cual tenía más condiciones. Le midió la velocidad a ambas manos y eran más rápidos los lanzamientos a la derecha. En realidad era un derecho que había aprendido a tirar y perfeccionar los movimientos con la zurda. Desde entonces se acabó el mito del lanzador ambidiestro. No lanzó más a la zurda y sus resultados con el brazo derecho fueron sobresalientes.
En 1978 se estableció en Holguín. Con anterioridad había incursionado en seis Series Nacionales. Aquí, en tierras holguineras logró sus mejores resultados deportivos. Integró el equipo Cuba en tres oportunidades; en los Juegos Deportivos Panamericanos de San Juan, Puerto Rico (1979) y las Copas Intercontinentales de La Habana (1979) y Edmonton, Canadá (1981). También militó en algunos seleccionados cubanos en topes internacionales amistosos en México, Perú, Costa Rica, Nicaragua y Cuba.
Participó en 14 Series Nacionales. Lanzó casi 1800 entradas con una efectividad de 2,94. Fue el primer tirador holguinero en alcanzar 100 éxitos (109) y propinar más de 1000 ponches (1029). En 1981 implantó récord de más juegos ganados en Series Selectivas, con 13.
Después del retiro como atleta, en 1985, comenzó a trabajar como entrenador de pitcheo en la categoría juvenil y en 1987 pasó a igual función con el equipo Holguín en Series Nacionales con el que se mantuvo por un largo período de tiempo.
En 1972 prestó ayuda técnica internacional en El Salvador. En igual oficio asistió a Japón (1993) e Italia (1995). Este último año fue el entrenador de pitcheo del equipo Cuba que asistió a las Universiadas de Japón y a finales del mismo año estuvo en el entrenamiento de altura de México con el plantel principal del país.
Se jubiló en el 2012 y en la actualidad con algunos problemas de salud, continúa al tanto del desarrollo del béisbol en Holguín. Es una persona atenta, afable y de una historia indiscutible en la pelota cubana.
Han pasado muchos años desde que Rafael Castillo González dejó de lanzar. Hoy los holguineros le agradecemos su andar en el béisbol por esta tierra y sus discípulos, que son muchos, sienten un gran orgullo de su preparador y dicen, de forma amena, que lo mismo les enseñaba los movimientos en el box a los tiradores zurdos que a los derechos y algunos cuentan que se quedaban pasmados cuando les devolvía potentemente la pelota con el brazo equivocado.
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