Teatro Colonial de Gibara o el esplendor de la belleza
- Por Liset Prego y Darianna Mendoza
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Este domingo el Teatro Colonial de Gibara, joya de la arquitectura holguinera, conmemora el aniversario 130 de su fundación, en medio de intensas labores de restauración.
Los días de gloria
Dicen que le tomó 519 días levantarse, de frente al mar, majestuoso en sus tres pisos de predominante estilo neoclásico y un telón pintado por una mano hoy desconocida, cuyo paisaje se rehúsa a dejarse borrar por los 130 años que ya lleva enfrentando tiempo y salitre, el Teatro Colonial de Gibara.
Primero se llamó Casino Español, ya en el siglo veinte fue Unión Club y más tarde adquiriría el nombre por el que se le conoce en la actualidad. El escenario, que vio importantes figuras del panorama artístico nacional e internacional, conserva un testigo de sus últimos tiempos de esplendor.
Con casi 84 años la memoria gastada de Antonio Lemus Nicolau, fervoroso historiador de la Villa Blanca, preserva los momentos en los que, como director municipal de Cultura, en los primeros años de la Revolución, impulsó el movimiento de las artes escénicas en el municipio costero.
De su empeño nació una programación que permitía a sus vecinos tener al menos dos funciones por mes en las que brillaban talentosos artistas y de ellos recuerda las peculiaridades, los incidentes simpáticos, absurdos, singulares:
“Aquí traje a Bola de Nieve. Lo único que quiero es que me pongas en la mesita de noche del hotel una botella de agua mineral, me pidió. Quisiera que usted viera el afiche que trajo ese hombre. Lo regué por todo el pueblo. Hubo gente a la que tuve que prestarle una silla para que entrara al teatro y se pudiese sentar. Recuerdo que alguien le gritó ¡negro bembón! Fui a pedirle disculpas y me dijo: A mí me aplaudieron en París, no es nada que me choteen en Gibara.
“En otra ocasión la pianista Zenaida…comenzó a tocar la Sonata número 5 de Dominico…y de pronto dio un brinco y empezó a correr. Casi me da un infarto. Cuando afiné la puntería vi que estaba persiguiendo a un grillo que le cayó de arriba y corría hasta que lo mató, entonces se oyó una voz en el fondo del teatro que dijo: Ha muerto el grillo.
“Cuando vino el Orfeón Santiago, con Electo Silva, ya el edificio estaba en muy malas condiciones, pero en el escenario tenía una trampa que durante las obras de teatro se levantaba y ahí se ponía el apuntador.
“En aquella función yo veía que Electo Silva dirigía y se acercaba a la trampa mientras yo le hacía señas por un costado. Él dirigía con una mano y con la otra me hacía señas preguntándome qué pasaba, que te vas a caer, le advertí.
“También traje a los cantantes de la Ópera de Albania, el Coro de Guantánamo, el de Holguín, el Madrigalista de Santiago de Cuba, el Orfeón de Holguín, el de Velasco, a Raúl Camayd con Los gavilanes.” Lemus recuerda detalles impresionantes:
“Le pagaba al administrador del teatro 80 pesos por el alquiler. La entrada valía un peso, y tenía capacidad para doscientas y tantas personas. Eran apenas tres o cuatro trabajadores y lograba organizar dos o tres espectáculos al mes. El público era muy disciplinado.”
En aquella etapa creció adherido al edificación original un añadido donde estaban los camerinos, así como espacios dedicados a la gastronomía y otras prestaciones que enriquecieron las facilidades del lugar.
Tras cientos de funciones y a pesar de los empeños de Lemus y los que lo amaban, debió cerrar sus puertas durante 42 años debido a un deterioro que no impidió que fuese empleado como sala alternativa, y otros usos no tan teatrales.
Cuando el teatro habla
El Teatro Colonial se mantuvo altivo incluso frente a ciclones, pero ya estructuralmente no era un sitio adecuado para las funciones, aunque la Casa de Cultura del municipio radicó en esos predios durante la renovación de su sede. En algún momento de esa etapa, alguien que ahora no recuerdan los lugareños, dejó un mensaje a la entrada del recinto, como expresión del sentir del vetusto edificio: Si ayudas a vestirme yo te acompañaré con todo el esplendor de mi belleza.
La promesa ha inspirado afanes restauradores. Desde hace alrededor de tres años las autoridades municipales de Gibara, la Dirección Provincial de Artes Escénicas de Holguín y del Complejo Cultural Eddy Suñol, del cual el Colonial forma parte, empujan imposibles para salvaguardar la institución y enriquecerla con un proyecto donde se respetan valores originales y se añaden comodidades de la modernidad.
“La tarea técnica surgió desde aquí, pues, a partir de la experiencia del trabajo actual en los teatros, se concibió que tuviese la sala principal con sus tres niveles, la torre camerino, donde antes se encontraban las oficinas administrativas, y un local para recibir a las personalidades”, detalló Roger Rodríguez Ramírez , director del Complejo Cultural Eddy Suñol.
A la antigua construcción, refirió, se sumará una sala alternativa que acogerá espectáculos y estará acompañada de una cafetería con un servicio ligero. Este espacio se utilizará, además, en el intermedio de las obras.
La recuperación del inmueble constituye una ardua misión, en la cual se conjugan los esfuerzos de artistas holguineros, arquitectos de la Empresa Servicios de Ingeniería y Diseño Vértice, y la voluntad férrea del gobierno y el pueblo gibareños, acompañados en todo momento por las máximas autoridades de la provincia, significó Rodríguez.
Fernando Longoria, miembro de la ACAA y a cuyo cargo corre la restauración, es un ejemplo de las vueltas infinitas de la espiral de la Historia, pues es descendiente de un gibareño que estuvo implicado en las primeras acciones constructivas del edificio primigenio.
Longoria explica que hasta el momento “el mayor reto ha sido la restauración de la cubierta, de gran envergadura y altura, y se hizo por fuera, se conservó algo de la original, pero hubo que sustituir gran parte. Luego estuvo la colocación o restauración de las columnas”.
Durante la cuarentena por COVID-19 en Gibara se detuvo la obra, pero ya se trabaja intensamente.
Memoria que espera
El 13 de septiembre celebrará Gibara los 130 años de la inauguración de un símbolo de la cultura local, aunque las restricciones impuestas por la pandemia de COVID-19 impiden realizar las festividades concebidas durante meses.
No obstante, el Cine Jibá acogerá una gala en la noche del domingo con la presencia de talento holguinero. El festejo pretende ser un augurio de la pronta culminación de una obra que añora el público y el mismo Teatro Colonial, ese que volverá a acompañarlos con todo el esplendor de su belleza.
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