Sin dejar nada para mañana
- Por Rodobaldo Martínez Pérez
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Mi nombre es Carlos Augusto de la Torre y tengo 21 años. Soy estudiante de medicina en la Universidad de La Habana, pero nací en Camagüey, y aunque estudio medicina también amo las artes, mas hoy nada de eso importa, hoy es el día más triste de mi vida. Hoy me van a fusilar junto a otros siete compañeros, por un delito que no existe.
“¡Señor, no vaya parado, pida el asiento de impedido!”, exclamaciones como esta se escuchan a diario en el transporte público. Están, por supuesto, los que fingen enfermedades y son “número 1” al premio de actuación; los que están dormidos; los que miran por la ventanilla, como si adentro fuera burbuja aparte de su realidad y, claro, los que sus audífonos no los dejan escuchar y, al parecer, tampoco ver. Todo, antes de levantarse y ceder el asiento a la mujer, el niño o el anciano que se encuentra de pie.