Precios en competencia
- Por Lourdes Pichs Rodríguez
- Hits: 4364
Los precios hoy están a merced de una carrera desenfrenada ¿difícil? de contener. Es como si existiera una competencia a ver quién fija los importes más altos.
Para la gran mayoría de los vendedores el margen de ganancia neta, por cada producto comercializado, no puede bajar de dos, tres y más pesos y no pocas veces triplican la cuantía de cualquier artículo.
En los últimos meses a partir del déficit de harina, carne de cerdo, huevos y otras materias primas imprescindibles en la producción de determinados renglones alimenticios, algunas personas se han animado más en la “emulación”, por cierto nada fraternal, que hoy hace a gran parte de la población llevarse las manos a la cabeza y responderle al marchante-especulador como se merece ante tanto abuso.
Sí, porque en esta desleal competición, quien lleva todas las de perder es el comprador, entre tanto determinado grupo de trabajadarores por cuenta propia o quienes operan “por su cuenta y propio antojo” y al margen de cualquier obligación como contribuyente, hacen añicos en un dos por tres el salario devengado por un trabajador estatal en un mes.
De los primeros, ciertamente, debe reconocerse que a pesar de afrontar hace meses un déficit notable de recursos para sustentar su negocio no han sido exonerados o aliviados, en alguna medida, de su responsabilidad con el Estado y demás haberes; sin embargo, los más criticables son esos otros, los que andan por nuestras calles o permanecen apostados en esquinas revendiendo al margen de lo establecido.
Hoy irrita y duele al bolsillo, que sin compasión alguna, la libra de carne de cerdo al corte la vendan a 35 o 40 pesos y la “limpia” a 50; la pizza de queso a seis pesos; el pan de telera o suave a seis y tres bolas de pan de 1,60 cuesten 10 pesos.
De igual manera indigna que la libra de tomate, de papa o ají pimiento cuesten 10 y más pesos y la de arroz a ocho; el bolso de galleta lo hayan subido de 20 a 30 y el de 10 a 20 y la caja de helado de 66 a 100… la lista podría seguir indefinidamente por cada producto alimenticio que el Estado coloca en los mercados y los pillos compran para después especular con ellos sin haber sudado la frente.
Pero, la lid de los precios excede el asunto de los alimentos, va más allá. También envuelve renglones cuya producción a nivel nacional ha estado limitada, como la frazada de piso, la pasta dental y detergente líquido, pero que al caer en manos de los revendedores las pocas cantidades que llegan a un territorio su valor normal se duplica por arte de magia.
Imposible negar que si fuera mayor la oferta otra sería la situación, pero tampoco podemos rebatir que si lo que se produce en estos momentos y llega a los establecimientos estatales lo pudiera comprar un mayor número de personas-entiéndase las socialmente útiles-, el aprovechado tendría menos oportunidad de triplicar el valor de un grupo importante de productos de primera necesidad, como la carne de cerdo y otros renglones agrícolas para los cuales hay precios topados, pero casi todos ignorados.
Por ahora, el mayor imperativo está en no permitir que siga creciendo la competencia de los precios y detener la carrera desenfrenada entre los que venden. Maneras y modos existen.
Comentarios
Si es tan dificil la situacion por favor que normen las mercancias al precio en cuc pero por la libreta de abastesimiento como hicieron con las papas ,asi pondria a un paquete de pollo por cada libreta