Una foto, miles de recuerdos y la Constitución

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La vieja foto en blanco y negro de mi padre, con micrófono en la mano hablándole a un grupo de personas, hizo que ese momento volviera a revivirlo como si fuese ahora mismo, a pesar de haber transcurrido más de 43 años de esa instantánea.

Corrían los meses finales de 1975 y mi papá junto a otros dirigentes de la zona de residencia participaba en la discusión del anteproyecto de la Constitución, que fuera aprobada en 1976, tras someterse a discusión pública y en la cual participara una cifra superior a los seis millones de cubanos, cuyas propuestas condujeron a modificar 60 artículos de los propuestos.

Mi padre, líder natural del barrio, fue de los escogidos para llevar adelante la presentación de aquel documento en nuestra comunidad y, posteriormente, brindó la casa para que fungiera como Colegio Electoral, hecho inédito hasta ese momento en Cuba: las viviendas convertidas en colegios de votaciones.

Aunque, por aquel entonces estaba becada y solo podía ir a casa los fines de semana, sí recuerdo haber vivido la efervescencia revolucionaria de mis vecinos por la novedad del suceso, como también el ir y venir de mi padre, diligente como siempre,para que esa misión encomendada a él tuviera el éxito requerido.

Hoy, 43 años después, ya mi padre no está, pero no dudo por un segundo que él hubiera vuelto a serel mismo de aquellos días,cuando no dudó en contribuir a que la nueva Constitución Socialista cubana fuera aprobada en referendo; ademáshubiera brindado la casa, para que, como en otras tantas veces, fuera un colegio electoral; sacaría la bandera cubana que guardaba con celo para ocasiones especiales y sería de los que iniciaría el voto en el colegio del barrio.

Vuelvo a mirar la foto de mi padre y me convenzo, una vez más, de que él hubiera estado completamente de acuerdo con esta nueva Constitución, porque en ella, además, de ratificarse el carácter socialista de nuestra Revolución se distingue por su esencia humanista, de igualdad y de protección a los derechos individuales y colectivos y por si fuera poco, ella está en correspondencia con los momentos que vivimos y nos indica hacia dónde enrumbar nuestros pasos para lograr un país más próspero, inclusivo y sostenible.
 
Este 24 de febrero cuando vaya y deposite mi boleta en la urna volveré a pensar en mi padre, pero también en mi familia y en los más de ocho millones de cubanos convocados a este referendo, que tendremos la alta responsabilidad de aprobar la Carta Magna en nombre de los más de 11 millones de los que vivimos en esta Isla.
 

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