Las IA no están de paso
- Por Yani Martínez Peña
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Comenzaré por decir que a veces me siento un poco ilusa y hasta irrespetuosa hablando de Inteligencia Artificial (IA), rodeados como estamos de asuntos que ofenden a la inteligencia humana y el más elemental sentido común.
Pero ignorar una cosa no resolverá la otra. La irrupción de la IA en todos los ámbitos de la vida a nivel global es una realidad inalienable y su impacto en varios aspectos, también en Cuba, comienza a ser cada vez más notable. De manera que solo tenemos dos opciones: sentarnos a ver como el fenómeno "se cuela" en todas partes sin que lo gestionemos adecuadamente; o capacitarnos, planificar a conciencia su introducción en los diferentes procesos, evaluar sistemáticamente sus impactos y corregir el tiro casi de manera simultánea; porque en temas de tecnología, hoy día, las cosas cambian de la noche a la mañana, literalmente.
Para acercarse a este fenómeno es necesario saber que las IA no están de paso, no son una moda más que dará de qué hablar un tiempo y luego pasará; son parte de la Cuarta Revolución Industrial, impulsada por el uso de tecnologías digitales avanzadas que están fusionando los mundos físico, digital y biológico. A diferencia de las revoluciones anteriores (máquina de vapor, electricidad, computación), esta se caracteriza por la velocidad, el alcance y el impacto profundo que tiene en todas las industrias y la sociedad.
Más de medio siglo pasó desde que en 1956 un grupo de prominentes científicos, reunidos en la conocida Conferencia de Dartmouth, se plantearan la meta de conseguir un dispositivo tecnológico que fuese capaz de razonar como la mente humana, hasta que al iniciar la segunda década del presente siglo, de la mano de Open AI y otras compañías de este ámbito, se comenzaron a mostrar públicamente definitivos resultados que tardaron años en consolidar.
En Cuba, por diversas razones, hemos llegado tarde a la mayoría de las transformaciones que en materia de tecnología han ocurrido en el mundo durante los últimos años, y pudiera ser el empleo de la Inteligencia Artificial una oportunidad para romper con ese "maleficio". Dependerá en buena medida de qué tan rápido seamos capaces de reponernos del deslumbramiento inicial acerca de las increíbles oportunidades que las IA ofrecen y comenzar a introducirlas de manera planificada y coherente con nuestro contexto, en los diferentes procesos industriales, tecnológicos y sociales.
Las IA pueden multiplicar nuestra capacidad productiva mediante la automatización de tareas repetitivas; acelerar la curva de aprendizaje en cualquier campo ayudando en el procesamiento ágil de grandes volúmenes de información y la determinación de tendencias; impulsar la generación de contenido para múltiples plataformas y optimizar su posicionamiento, entre otras ventajas que, además, se adecúan a cada campo profesional.
Sin embargo, también suponen grandes desafíos, como la posible generación de contenido falso o sesgado, a partir de las propias bases de datos con las que han sido entrenados los diferentes modelos o la información disponible de manera abierta en la red; la dependencia excesiva de algoritmos que limitan la creatividad y diversidad de los contenidos y la cuestión ética, tal vez la más importante, que implica utilizar una herramienta de posibilidades casi ilimitadas desde una posición de principios, respetuosa con el trabajo de los demás y consecuente con los valores en lo que se cree.
El debate sobre la inteligencia artificial en Cuba necesita además encontrar un punto medio en el que no se desatiendan los grandes contrastes existentes hoy en nuestra sociedad: desde los artistas, intelectuales y académicos de gran renombre, que los tenemos, quienes no quieren quedarse resagados en el conocimiento y empleo de las nuevas herramientas tecnológicas; hasta los pensionados, trabajadores, amas de casa, jóvenes desvinculados del estudio y el trabajo y un sinfín de segmentos más de población, que también los tenemos, para quienes el asunto de las IA suena como argumento de películas de ciencia ficción, de las que se podían ver antes de que los apagones nos ganaran ese espacio.
Como decimos en buen cubano, en los últimos días en Holguín, el tema de las IA ha estado "como el arroz blanco" metido en los más disímiles espacios, desde los paneles del evento Bloguerías en el marco de las Romerías de Mayo, las conferencias en instituciones de salud por parte de especialistas del Parque Científico Tecnológico hasta la presentación de un criollísimo prototipo llamado "Yamilé la Sabrosa" como parte del estreno de Se fue Viral, a cargo del grupo humorístico Etcétera.
Y eso está bien, que se incentive el conocimiento y el debate sobre estos temas, que se normalice el uso de las IA en los diferentes ámbitos como síntoma de actualización permanente de nuestros profesionales y que se tracen políticas públicas para impulsar el desarrollo de modelos propios; pero que en ese afán no se pierda la brújula de las innumerables cuestiones apremiantes que nos rodean, y que no se podrán resolver con un promt a ChatGPT, porque las IA no se comen, en todo caso asisten con conocimientos sobre cómo producir más comida.