A Cuba le hace falta más gente que silbe
- Por Reynaldo Zaldívar
- Hits: 1699

La felicidad, a veces, es sentarse a ver el mar, que al regresar a casa alguien te abrace, juntar los amigos. Es gastar de la copa el vino y que al fondo cante la familia, irse de compras, ver en pantalones cortos y por la casa otra vez a los hijos que se fueron, pelar unos boniatos, dormir la mañana los domingos, .
Ser feliz no es estar libre de problemas, es enfrentarlos con altruismo, atar los extremos de la cuerda rota y volver a darle utilidad. A fin de cuentas, que tire la primera piedra a quien se le haga muy fácil la vida.
Recuerdo a Ángela, la mujer de Holguín que a sus 73 años trabaja cogiendo ponches, el cartel enorme a la entrada de su casa que pide no hablar de asuntos negativos porque ella no se ha rendido nunca y trabaja para alimentar a los suyos. Recuerdo a Ustorgio, el campesino de "Freyre" que no quiso ver en el terreno plagado de espinas causas para el desaliento, y se fue a expulsar a machetazos la aroma y el marabú, durante tres años; a muchos alimenta con el fruto de esa tierra. Ejemplos que discursan a nombre de toda la familia cubana, que se pone en pie cada día para ganar la batalla de la existencia, conscientes de que se puede estar tan mal como tan poco esfuerzo hagamos para solucionarlo.
Las cosas materiales son herramientas para la vida, pero es más importante la vida. Propongo dejar de anotar las cosas que nos faltan y empezar a contabilizar las razones que tenemos para sonreír. Que si son pocas o rotas no importa. Anotarlas con letras grandes y ponerlas en la parte más visible, allí donde recuerden que aún queda raíz, amigos, Dios, bandera, algún puñado de fe para enfrentar el año. A Cuba le hace falta más gente que silbe. Gente que se junte para ver de cuántos modos se puede ayudar a aquellos que se le está haciendo un poco más difícil sonreír.
Usar la madera del naufragio cotidiano para hacer señales de humo o construir la balsa que nos salve, será decisión de cada uno de nosotros. Propongo levantar la vista por sobre los escombros de nuestros problemas y mirar el verde calmado de la vida disperso en el paisaje, sin olvidar que la esperanza es mayor entre más fuertes sean nuestras metas y el trabajo que hagamos para alcanzarlas.