“Hijo rico, hijo pobre”
- Por Yenny Torres
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–He descubierto que soy muy pobre. –Por qué dices eso? –Porque no tengo (y empieza el “conteo”). –Dudo que todos los niños de tu aula tengan de todo. –Esos, como yo, estamos en el grupo de los pobres; mientras los que lo tienen están en el de los ricos.
Ay! Cuánta pesada carga en esas “cosas de muchachos”. Duele hasta hablar de ellas, de las diferencias que marcan el renglón social, y van dejando huellas en las “clases”, en todas las acepciones.
Si bien Karl Marx no inventó el concepto, sino los fundadores de la economía política (Adam Smith…), los fundadores de la tradición de la historia política y de la Revolución Francesa, por nuestro sistema de enseñanza, las clases sociales son estudiadas desde el marxismo.
Así que lo que parecía letra impresa, como teoría ajena a nuestra realidad, se ha vuelto parte de la cotidianidad de los cubanos, próxima, tangible, vívida, sufrible.
Para los teóricos ingleses, la identidad de una clase social se encuentra en el origen de los ingresos. Teniendo eso en cuenta, en nuestro contexto de pirámide patas arriba serían varios los grupos: empresarios de mipyme, beneficiarios de grandes remesas; TCP, personas que reciben ayuda económica desde el exterior, trabajan en empresas mixtas, en centros que generan utilidades, o en formas de gestión no estatal; Doctores en Ciencias, Másteres, profesionales; jubilados, asistenciados, obreros de entidades que a penas tienen liquidez para garantizar salario.
Los que comen carne de puerco y los que no, los que pasean y los que no; los que festejan y los que no, los que meriendan y los que no... Tal vez sea la forma más sencilla de ver la bipolaridad, que tiene sus puntos intermedios, pero destaca por los extremos.
El conocido y vendidísimo libro “Padre rico padre pobre” de Robert Kiyosaki hace entender el dinero de otra forma. Según su autor, su padre pobre, el biológico, era una persona estudiada, pero siempre tuvo problemas de dinero; mientras su padre rico, el padre de su mejor amigo, no terminó ni la secundaria, pero generó muchas riquezas. Por el libro, enriquecerse parece mucho más fácil de lo que realmente es, mientras hace que la educación parezca menos valiosa. Una filosofía de negocios ultracapitalista en la que no importa a quien haya que aplastar por llegar a la cima.
Este, como otros textos denominados bases de emprendimiento, nos habla de los “padres” con o sin dinero, la praxis nos habla de los hijos.
Martí con la idea de la poetisa Helen Hunt Jackson quiso mostrar a los de edad dorada que la muerte no entiende de antagonismos financieros. El dolor en “Los dos príncipes” es una constante ubicua. Ambas madres lloran, ambos padres sufren...
Por eso, y porque prefiero quedarme con la idea de ser feliz con lo que se tiene y no con lo que se desea (tal vez la mejor estrategia para enfrentar los problemas y carencias), intento que mi hija vea el ser rico o pobre más allá de lo material.
Que se puede tener la misma sensación entre los dedos con un “popit” que con un nylon burbuja (film alveolar) de los que usan para embalar artículos frágiles; que las sorpresas no vienen solo en muñecas LOL; que es posible disfrutar la misma película varias veces...
Y le hago historias del ratón Pérez, Papá Noel y todo lo que quiera saber, desde la perspectiva imaginaria, de cómo se apoyan en los padres para cumplir misiones... para que la inocencia de la infancia no sea tan fugaz como se vislumbra en estos tiempos.
“Un reloj barato y uno caro muestran la misma hora; con un auto de segunda mano o uno del año podemos llegar al mismo destino; un mal o buen vino generan la misma “resaca”; en una casa pequeña o en una grande la soledad es la misma”.
Encontrar las mejores palabras para reflexionar sobre la riqueza y la pobreza resulta difícil. Que conste, no estoy ajena a las luces del progreso, necesitamos luces, pero a los padres nos toca explicar el mundo a los hijos de la mejor manera. Por lo pronto, insisto en que tener salud, comida, aseo, familia y amor en momentos tan convulsos pueden ser los mejores indicadores para medir fortuna. ¿Penuria u opulencia? ¿Capital o estado de ánimo? Respuestas que solo tienen los padres e hijos de los días.
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