Una acción todos los días

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Un artículo publicado en la revista Nature, en 1974, por los científicos Sherwood Rowland y Mario Molina, alertó que los gases conocidos como clorofluorocarbonos (CFC), utilizados en la industria de la refrigeración y los aerosoles, podían destruir las moléculas de ozono en la estratosfera. Ello significaba que la denominada capa de ozono, localizada en la parte superior de la atmósfera, estaba expuesta a agotarse de manera progresiva.

 Próximos estudios verificaron esta hipótesis y arrojaron que los valores de ozono estratosférico eran inferiores a los normales durante el invierno austral, datos corroborados, igualmente, mediante imágenes satelitales. Este hallazgo marcó la aparición, por primera vez, del término Agujero de Ozono.

La capa de ozono es una débil franja de gas que protege la Tierra de los efectos nocivos de los rayos solares, contribuyendo así a preservar la vida en el planeta. Está en riesgo por la utilización durante años de ciertos productos químicos, entre ellos: los potentes gases de efecto invernadero.

Con la finalidad de sensibilizar y crear conciencia en la población sobre la importancia de su conservación y protección, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono. Es una jornada que se celebra anualmente el 16 de septiembre desde 1995.

La fecha fue elegida para conmemorar la firma del Protocolo de Montreal, un acuerdo internacional considerado uno de los más exitosos en materia ambiental. Tiene como objetivo eliminar la producción y el consumo de sustancias que agotan la estratosfera, así como llamar la atención, señalar que existe un desafío a resolver, un asunto importante que requiere que tanto la comunidad en su conjunto como los individuos, tomen las medidas de prevención necesarias.

El llamado escudo protector de la vida en la Tierra, está expuesto a agotarse de manera progresiva y dejar de cumplir su función vital, lo cual supone un problema medioambiental y de salud. De ahí la importancia de su protección, pues se pueden generar enfermedades como cáncer en la piel o quemaduras graves.

El ogotamiento llevará a la reducción de su capacidad protectora y, en consecuencia, a una mayor exposición a la radiación. Además su destrucción impacta en la flora y la fauna, elemento fundamental para equilibrar la cantidad de dióxido de carbono presente en la atmósfera. El agravamiento del agujero podría quemar las plantas por lo cual la vegetación presentaría una fotosíntesis mermada, dificultando su capacidad para absorber carbono de la atmósfera.

Debido a la actividad humana, ciertos gases que se emiten terminan ascendiendo hasta la estratosfera y degradando las moléculas de ozono. Es decir, algunos destruyen las moléculas, lo que hace que adelgace y el agujero sea mayor. Ante el empeño de disminuir este problema, Holguín implementa acciones dirigidas a la supresión de los hidroclorofluorocarbonos (HCFC), estrategia rectorada, principalmente, por la delegación provincial del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma).

En los últimos años algunas empresas holguineras han recibido el Premio Nacional Libre de SAO, que otorga la Oficina Técnica de Ozono (OTOZ), en Cuba. De ese reconocimiento han sido acreedoras entidades del turismo, de la industria del níquel y de la construcción.

Los directivos de las instituciones donde se utilizan productos que contengan, o que para su fabricación impliquen, la liberación de gases destructores de ozono a la atmósfera, deben nutrirse del conocimiento necesario para usarlos en menores cantidades.

De igual forma es importante conocerlos y tomar conciencia de los riesgos que implica el uso excesivo. Asimismo se debe apostar por una mayor educación ambiental, principalmente en los niños y jóvenes a través de concursos, proyección de materiales audiovisuales, presentaciones de libros y conversatorios.


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