"Jugar a la casita"

  • Hits: 1573

 

embarazo adolescente

De pequeña, a mi prima le encantaba jugar a la casita. A todas sus muñecas las nombraba María Isabel. Soñó con formar una familia. Dos niños era el número indicado. Veía un bebé cerca y sus ojos brillaban.

A sus 16 años dio sus primeros pasos en la conformación de esa familia. El contexto hogareño conservador y con creencias religiosas la precipitaron al casamiento. Todavía estudiaba el preuniversitario, pero sin interés de proseguir en la superación profesional. Su proyección era terminar el duodécimo grado y dedicarse a procrear.

Retirarse el Dispositivo Intrauterino (DIU) anticonceptivo fue el siguiente paso. Ni los sabios consejos paternos ni la perreta formada por nuestra abuela, quien intervino directamente en su crianza, la persuadieron. Cerró su mente y razón, y pensando como una mujer adulta, decidió que ya era el momento adecuado para convertirse en cigüeña y traer vida al mundo.

En la consulta de Planificación Familiar de su área de salud correspondiente fue atendida por su tía de crianza, gineco-obstetra, quien desde el afecto y el conocimiento profesional, le aclaró todas las consecuencias devinidas de un embarazo adolescente, que junto a sus enfermedades crónicas de la infancia, la clasificaban como una embarazada de riesgo relevante.

Comenzada la gestación a sus 18 años, transcurrieron los dos primeros trimestres sin alteración alguna contrario a los pronóticos médicos. Mas iniciadas las 28 semanas, un leve edema de miembros inferiores se evidenció seguido de alteraciones en la ecografía biométrica de las treinta semanas.

El fuerte dolor en el estómago junto a la presión arterial elevada confirmaron la preclampsia agravada según avanzaba el tercer trimestre del embarazo. Un sinfin de acciones médicas fueron necesarias para estabilizarla que devino en la cesárea de urgencia practicada a las 34 semanas de gestación.

Una vez recuperada, relató los momentos tensos vividos en la operación obstétrica quirúrgica, donde su bebé se quedó practicamente sin latidos cardíacos y ella tuvo sangramiento abundante. Gracias a la rapidez del personal médico, preservó su vida y salvaron a María Isabel.

Así nombró a su bebé, que nació prematura y bajo peso, manteniendo una estadía de diez días en Cuidados Neonatales Intensivos. Por nacer antes de tiempo, su principal complicación, fue pulmonar, tratada con medicamentos profilácticos, fototerapia y ventilación asistida.

Estabilizada la niña, ahora necesita alcanzar el peso ideal de 2500 gramos. Ambas fueron trasladadas a la Sala piel a piel, instalación creada con la premisa del cangureo que exhibe buenos resultados en la recuperación del peso de los recién nacidos.

Hoy hace 12 días que mi prima y mi sobrinita Ágata, como le digo cariñosamente, están allí. Atrás quedaron las jornadas de incertidumbre y pesar de la madre primeriza por sentirse sola y aislada de su casa unido al estrés que generaba la fluctuación del peso.

María Isabel poco a poco aumenta y va perdiendo sus rasgos prematuros. Mi prima se siente agradecida con la atención médica recibida pese a algunos inconvenientes en la comunicación. Su familia, con todas las esperanzas puestas en el transcurrir del tiempo, las esperan ansiosos en su hogar.

De las 3 mil 229 gestantes existente actualmente en la provincia, el 19. 3 por ciento lo representan embarazadas en edad adolescente que no siempre tienen un final feliz de cuento de hadas como el de mi prima.

 

 


Escribir un comentario