La “madre india”

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madre india

La conozco desde siempre, con su arsenal de hijos. Esa “india” es de las que no se deja poner el pie encima, como las feministas, las empoderadas, cuya riqueza está en su fibra interior. Con ella tengo una suerte de empatía, cuya dosis de refuerzo llegó con mi maternidad.

Si cubrir las necesidades de un hijo es difícil, imaginen las de muchos, más en términos intergeneracionales. Los chiquitos demandando carne, leche, pamper y todo lo que sabemos imprescindible a esa edad; los adolescentes queriendo vestir a la moda, encadenados al celular; los jóvenes ansiosos por vivir solos, tener y tener todo lo bueno; los mayores deseando ganar dinero…

Algunos comprenden a su madre cuando les explica que el cordel se estira hasta donde alcanza; otros no tanto, pues quieren lo de los muchachos vecinos que tienen su edad. Ellos no entienden de las herencias de los de al lado, o los recursos de la tierra del otro; sólo ven el derecho a vivir bien.

Aunque la mayoría puede ayudar a la economía familiar, no todos lo hacen. Quizá en parte la culpa es de la “india”, que, en su afán de buena madre, igual con todos, los mal acostumbró. Dicen que algunos se han ido de la casa, ella sufre la partida, aunque nada cambia su condición de madre y los recibe.

La he visto trabajar, desvelarse por el hijo enfermo, y recibir solo la ayuda de algunos hermanos; sortear muchos obstáculos, incluyendo las zancadillas que le pone un viejo pretendiente que no renuncia a la idea de tenerla, y le hace insoportable la existencia.

Saca cuentas para la comida, medicinas, y todo lo demás. Administrar una casa es verdaderamente difícil, como lograr los cambios que la casa necesita.

Bien sabemos que no siempre podemos suplirlo todo, aunque sea nuestro deber de padres; como también sabemos que los hijos no siempre advierten; se parecen más a su tiempo que ha quienes le dan el ser, aunque la era esté pariendo un corazón.

Esa piel bañada de sol archiva las faenas de la lucha cotidiana, desde los taínos que la nombraron, hasta los hijos que hoy la impulsan. La madre Cuba está lejos de ser perfecta, pero no cesa en el empeño de, junto a sus hijos, salir adelante.

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