La Universidad Popular: camino a un mejor futuro

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Universidad popular Jose Marti

 

Como un camino abierto para tener un futuro mejor surgió el 3 de noviembre de 1923 la Universidad Popular José Martí, creada a partir de los acuerdos del Primer Congreso Nacional de estudiantes, celebrado en el mes de octubre del propio año en la Universidad de La Habana.


Organizada por Julio Antonio Mella, aquella cita agrupó a delegados de todo el país y constituyó un suceso en la época, pues el gremio estudiantil de la Isla no solo debatió sobre reformas en las enseñanzas y planes de estudios, sino también reflexionó en torno a temas económicos, políticos y sociales y la solidaridad del estudiantado con otras causas de la América Latina.


Reinó allí un lema “Todo tiempo futuro tiene que ser mejor”. En ese contexto comenzó a articularse la Universidad Popular, que tuvo en Mella a su principal líder. A decir de él mismo, el propósito era abrir una senda de luz para la generación de obreros, por lo que su propuesta se trataba de fusionar al estudiantado y la clase obrera bajo el espíritu del crecimiento intelectual y político.


“La hija querida de sus sueños”, como llamó a este nuevo tipo de Universidad, alejada del elitismo y más cercana y accesible a los desposeídos, tuvo entre los profesores de su claustro a eminentes estudiantes de la universidad habanera, que ofrecieron conferencias, actividades y veladas en diferentes instituciones.


En la facultad de Derecho de la Universidad de La Habana se impartieron las primeras clases. Historia, Literatura, Lógica, Matemáticas, Economía Política, Legislación del trabajo y Moral, entre otras disciplinas, conformaban el espectro curricular que tributaba a la formación integral de los ciudadanos y los convertía en seres humanos más útiles a la sociedad, pues los proveía de un pensamiento revolucionador, capaz de analizar las transformaciones de las que estaba urgida para hacerla más justa y digna.


Precisamente por sus características se convirtió en una espina para el Gobierno imperante y a los cuatro años de fundada tuvo que recesar sus actividades por ser considerada un foco comunista. Sin embargo, la concepción de esta universidad no murió ahí, perdura hasta nuestros días.


Bajo la predica martiana de que “ser cultos es el único modo de ser libres” la Universidad traspasó los muros de las grandes instituciones citadinas, para extenderse mediante la universalización de la enseñanza a los municipios donde hoy existen centros y filiales universitarias.


Aquella hija de Mella se convirtió en la madre de lo que en la actualidad representan las universidades, implicadas en las transformaciones socioeconómicas y desarrollo de sus entornos, a partir de la formación y superación de profesionales competentes con alto sentido humanista, patriótico y revolucionario; la actividad científica y la innovación, para lo que solo tienen que poseer como requisito el ingenio y la capacidad.


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