El dolor ante la pérdida
- Por Hilda Pupo Salazar
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La muerte, antiguamente, fue silenciada, tabú, misterio sin explicaciones, con la definición de la privación o ausencia de algo que tenía existencia, pero con esta pandemia es más agresiva, arrolladora, que concierne hasta personas que viste hace un rato con salud y que puede tocarte en cualquier momento.
La muerte siempre es triste, aunque ahora mucho más, cuando partes sin apoyo familiar ni social por las medidas de confinamiento. Es un enorme dolor silencioso, que torturara a familias enlutadas, la tristeza doblega y la soledad queda presente, al saber que se fueron de repente.
Antes la muerte era asunto de otros, ahora todos los días informan las cifras en Cuba de quienes, dolorosa y lamentablemente, parten de esta vida terrenal, sin imágenes y sin referencias vitales, en el terror y el sufrimiento de los fallecidos en su soledad.
Ahora se cavila más sobre la muerte, tal vez como nunca antes y hasta puede compararse con tragedias estudiadas en la historia o vistas en películas, pero ya es presente, no reservada para el futuro.
Según estudio por cada fallecimiento daña una decena de familiares directos, con desafíos para la salud sicológica de todos, de ahí la denominación de: “la epidemia silenciosa del dolor”, con agravamiento de condiciones crónicas no tratadas, entre otros padecimientos.
Pero la triste realidad es que son hijos sin padres o viceversa, abuelos fallecidos, matrimonios entristecidos. Tanto jóvenes como viejos son las víctimas y el dolor es muy grande, sin posibilidad de recibir visitas ni otros apoyos presenciales.
Estas atmósferas familiares y sociales negativas, o tristes pueden desencadenar en un abatimiento, por el estrés y las cotidianas dificultades con constantes contratiempos.
El impacto psicosocial está como evidencia asociada (directa e indirecta) a la cuarentena y al aislamiento y se resalta la necesidad de continuar atareado en el diseño de programas psicológicos adecuados al entorno y ámbito cultural, con sus particularidades.
Ante esta realidad y a pesar del avance de las vacunas en Cuba, es imprescindible mantenerse seguro mediante las medidas de precaución, tanto para ti como para los demás, porque en el primer descuido lo aprovecha este “bicho” perverso.
Está comprobada la eficacia del distanciamiento físico, llevar mascarilla, ventilar bien las habitaciones, evitar las aglomeraciones, lavarse las manos y, al toser, cubrirse la boca y la nariz con el codo flexionado o con un pañuelo.
Ahora está la variante de aplicar las tres “C”: Evitar espacios cerrados, congestionados y las relaciones cercanas. Si hay que reunirse hágalo al aire libre.
Mantenga, cuidadosamente, las recomendaciones de: Lavarse periódica y cuidadosamente las manos con un gel hidroalcohólico o con agua y jabón, no tocarse los ojos, la nariz o la boca. Limpie y desinfecte frecuentemente las superficies, en particular las que se tocan con regularidad, debe evitar dar la mano a otras personas y sortear el contacto físico al saludarse.
Como recomiendan los especialistas, en especial el doctor Duran, hay que mantenerse informado y conocer todos los síntomas de la COVID-19. Los más comunes son: fiebre, tos seca y cansancio.
Los menos frecuentes que pueden afectar a algunos pacientes son: pérdida del gusto o el olfato, dolores, dolor de cabeza, faringoamigdalitis, congestión nasal, ojos enrojecidos, diarrea o erupción cutánea. Quédate en casa, es lo mejor.