“No dejes para mañana…”
- Por Susana Guerrero Fuentes
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Durante gran parte de mi etapa estudiantil padecí de cierto mal que aún ataca de vez en cuando. No importa con cuanto tiempo de antelación dispusiera para realizar una tarea pendiente, casi siempre la terminaba en el último momento. Lo que iniciaba con un “mañana lo hago” se convertía en un ciclo casi infinito de posponer responsabilidades, acumular trabajo y salir ilesa “por los pelos” en más de una ocasión.
Esta escena resultará cotidiana para la mayoría de las personas, pues bien pudiera contextualizarse en cualquier ambiente laboral o incluso a la hora de realizar las tareas hogareñas. Sin importar edad u ocupación, todos hemos caído alguna vez en el hecho conocido popularmente como “dejar las cosas para mañana” y que se resume en una palabra más complicada: procrastinación
Si ya resulta complejo pronunciarla, más aún es desentrañar los diversos factores que inciden en este fenómeno. La procrastinación es el hábito de postergar sistemáticamente aquellas tareas que debemos hacer y sustituirlas por otras más irrelevantes o agradables. El inconveniente surge cuando se instaura como un estilo de vida.
Aunque no se considera una enfermedad, algunos psicólogos se refieren a ella como un trastorno del comportamientoque deriva de la incapacidad de controlar nuestras propias emociones.
Según refiere BBC, un estudio publicado por la revista Psychological Science asegura que se relaciona con una zona del cerebro conocida como amígdala cerebral, cuyo tamaño es mayor en los procrastinadores. Sin embargo, es la incidencia de otros factores externos, como el entorno en el cual nos desarrollamos y las experiencias vividas, lo que a la larga define si caeremos o no en la trampa de postergar nuestras responsabilidades.
Por lo general, la procrastinación es más frecuente entre los jóvenes, sobre todo los estudiantes, pero también es común entre las personas impulsivas y propensas al perfeccionismo.
Las causas son disímiles y van desde algo tan simple como la pereza y la poca planificación, hasta cuestiones más complejas como las inseguridades ante nuevos retos, la falta de motivación, el miedo a fracasar y la baja autoestima.
Resulta curioso que, aunque casi todos los que aplazan sus tareas hasta el último momento han tenido malas experiencias y se prometen no recaer, poco después terminan en la misma situación. Están conscientes de que es una conducta dañina, entonces ¿por qué lo siguen haciendo?
La respuesta es simple. Procrastinar produce dos “beneficios” inmediatos: alivio por no tener que hacer esa tarea y tiempo extra para realizar otras actividades que generan mayor satisfacción.
Es similar a acciones como tomar bebidas alcohólicas o comer en busca de consuelo: funciona como una estrategia que nos hace sentir mejor al distraernos con un placer de corto plazo y permite olvidarnos del problema. Pero la realidad es que esta idea de falsa seguridad no es más que una bomba de tiempo.
Lo que en un primer momento provoca sensación de tranquilidad, poco después se transforma en culpa, seguido de ansiedad y estrésal percibir que se pierde el tiempoy no se termina la tarea. De igual forma, al acumular mucho trabajo, suele disminuir el rendimiento y la calidad del resultado, aspectos que, a la larga, causan sentimientos de fracaso y que la autoestima se vea resentida.
Incluso si logramos cumplir nuestro objetivo en ese momento, todas estas emociones negativas iránen aumento hasta que no se solucione el conflicto interno que nos convierte en nuestro propio enemigoy frenanuestro desarrollo personal.
Procrastinar puede afectar nuestra salud mental y física a niveles que aún desconocemos. Por suerte, no es irreversible; es un hábito adquirido que se puede modificar con algunos trucos y mucho esfuerzo.
Uno de los primeros consejos dados por los expertos es reducir las interrupciones y, de ser posible, mantener el teléfono móvil apagado.Los procrastinadores suelen tener dificultades para evitar las distracciones, y en un mundo interconectado donde reina Internet, las redes sociales y los videojuegos son muchas las excusas para procrastinar y que ese Trabajo Práctico que escribías sea sustituido por un video de tu youtuber favorito a golpe de un clic.
Es recomendable también hacer una lista y organizar las tareas pendientes por orden de prioridad, así como dividirlas en tareas más pequeñas y fáciles de realizar.Dedicar cierta cantidad de horas cada día a realizar las actividades pendientes nos ayuda a organizar nuestro tiempo y dejar de procrastinar, pero para conseguirlo es muy importante la disposición personal y, sobre todo, no dejarlo para mañana.
