Entre los otros y yo: lo nuestro al cuidado de todos

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Consulta psicologia junio 15Estar en el mundo hoy es estar en casa pero por decisión personal debemos movernos hacia el bien que glorifique el nosotros del que todos somos parte
 
Aunque ya de antiguo el aislamiento era una práctica higiénico-epidemiológica ante enfermedades infectocontagiosas, no abundan las ocasiones en que la distancia física resulte una curiosa paradoja al revelar con la separación un espíritu comunitario.
 
La convocatoria permanente al aislamiento se ha vuelto regla exigida como medida esencial para salvar del peligroso agente Sars-CoV 2 causante de la COVID-19 que ha minado la salud de una parte de la población mundial. El reclamo a un comportamiento responsable basado en la reclusión ha encontrado obstáculo en la propia gestión personal. Sin desconocer la tramitación de la resolución de las necesidades vitales, probablemente el principal impedimento para responder al llamado de la quietud en el espacio físico sea la emergencia de un pobre espacio privado.
 
Estamos tan desacostumbrados a habitarnos, a visitar nuestra casa interior, que ante la indicación necesaria de mantenernos por dentro de nuestras fronteras, en ocasiones reaccionamos compulsivamente hacia el exterior. Sin embargo en la aparente sociabilidad, lejos de un ánimo por el bienestar colectivo priorizamos nuestras ansias individuales.
 
El predicado de las filosofías existencialistas es estar en el mundo: una participación consciente, que prevé un camino sólo en la capacidad de trascender toda pereza que reduce a las personas al desinterés por una vida más plena. La plenitud de esa vida se concibe como una obra generosa que desplaza el egoísmo y orienta la libertad del yo en la dirección de la responsabilidad, que presupone a otro humano.
 
La voluntad erigida en libertad de las inclinaciones instintivas y los intereses más íntimos del yo, que elige el cuidado de la humanidad, es soporte fundamental para salvar lo que existe en colectivo. Estar en el mundo hoy es estar en casa no como expresión de inmovilidad, inconsustancial al existencialismo humanista, es como corresponde a esta filosofía, movimiento cortés de la decisión personal hacia el bien que no glorifica el yo sino el nosotros del que todos somos parte.
 
Consulta psicologia junio 15 2El bien colectivo es parte de la cultura que nos distingue como humanos
 
El bien colectivo como parte de la cultura que nos distingue como humanos precisa de un sentido de libertad racional, que salvaguarda la integridad de los otros. La salud como todo derecho es un patrimonio humano, no solo porque ha de ser una disposición natural sin exclusiones, también porque ante ella debemos asociarnos responsablemente.
 
Responsabilidad significa propinar una respuesta del cada uno que solvente la necesidad o el problema que trasciende lo propio, significa identificarse con la función que restaura, lo cual solo puede hacerse desde la sensibilidad y la empatía. La construcción conjunta que es superior a las partes inconexas requiere disciplinar la libertad desordenada, que pierde su sentido al estar a merced de los apetitos personales, la auténtica libertad desde el dominio de estos, se alía a toda razón y afecto en la búsqueda de la felicidad.
 
Cuando en medio de la convocatoria a preservar límites hasta el extremo del confinamiento justificado en el bien de lo nuestro, insistimos en preferencias personales desacatamos por irreflexivos un imperativo que no nace de un dominio irracional. Se sustenta en la poderosa razón cívica que nos hace parte del cuidado fundado pluralmente, deber y derecho de lo que nos distingue como humanos.
 
Podemos ser parte de la solución cuando sin dar rienda suelta a cierto narcisismo, a lo que satisface solo nuestra individualidad, ponemos en movimiento nuestro accionar por el bienestar ecuménico. Entonces compartido, porque somos camino y destino a la vez, aunque en ocasiones estar en el camino signifique por un tiempo para unos aguardar en lo que otros transitan.
 
La paciencia y la obediencia también pueden ser actitudes meritorias cuando expresan la fuerza del carácter en el ordenamiento inteligente entre deseos individuales y necesidades de otros; y el reconocimiento a quienes despliegan autoridad sustentada en recursos orientados a la protección. Todas las posiciones pueden ser honorables si cumplen con su encargo, permanecer puede parecer una postura pasiva si no se entiende que es un acto de resistencia positiva. Si cuando nos toca estar en la tregua la asumimos como un aporte a lo que corresponde a nuestro comportamiento también será plausible.
 
No hay que dudar que una paciencia fecunda es un acto de audacia y valor. Abandonar por un poco de tiempo plazas, parques, campos deportivos; mantener más de un metro de distancia es hoy expresión amigable y agradecida hacia quienes no pueden hacer en toda su extensión lo mismo por misiones indelegables al servicio de todos.
 
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