La impronta de Emilio Ballagas en un poeta calixteño

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ramon acosta blancolvido2018Foto: Díza Grass
 
Ramón Acosta Almaguer confiesa que él encuentra la “gracia” de la décima en los atardeceres cuando el sol casi dice adiós: “No sé, es un misterio, es cuando cojo lápiz, cuaderno y empiezo uno tras otro a desgranar cada verso, me llegan como si estuviera en un estado de sueño y vigilia, pero estoy despierto, y no paro hasta ver unas cuantas estrofas, las reviso, busco el adjetivo más preciso, y me detengo a dejar que reposen hasta el otro día, y confrontar lo hecho con mi hermana Daisí que también es poeta”, confiesa este calixteño, acostumbrado a escribir de manera artesanal porque dice que así brotan mejor las ideas.
 
Ganador del Concurso Municipal de poesía Blancolvido, convocado por el sectorial de Cultura y el escritor Daer Pozo Ramírez, en homenaje a Emilio Ballagas Cubeñas, este decimista conoció al escritor cubano que en ocasiones estuvo de visita familiar en Buenaventura: “El médico Eugenio Codina, cuñado del poeta camagüeyano, atendía a mi abuela Iluminada Fernández Milián allá en el barrio del Jiquí, la visitaba frecuentemente por sus achaques y yo vi más de una vez a Ballagas que iba con él, impecablemente vestido de blanco, el zapato de dos tonos y que se encantaba de la finca de mi familia donde había frutas de toda clase.
 
“Degustaba las frutas con un placer enorme y hasta creo que en más de una vez temió empacharse por los efectos de la masa de coco y otras cosas más. Coincidí también con Ballagas en casa de mi tío Mongo Acosta en una celebración de la Virgen de la Caridad del Cobre y allí le dedica unas décimas magníficas que marcaban un tanto su filosofía católica. Era una magnífica persona con una humildad tremenda”, expresó.
 
“Contemporáneos de su época, como Raúl Roa Kourí, llegó a decir que era un revolucionario que había combatido con espadas de lirio como decía él, y el propio Ballagas comentaba que él iba a lo mismo que iban los hombres del énfasis y de la prioridad política. Expresaba que la poesía era una misión, un deber a cumplir”, reflexionó.
 
Así dice este poeta calixteño, residente en el barrio del Cruce de Mir, y quien hoy siente una satisfacción enorme “porque este premio lejos de colocarme en una burbuja de cristal me inspira para no solamente escribir en las tardes, también en las mañanas cuando el astro rey, con sus relucientes rayos, invita a la décima, esos versos octosílabos que enamoran”.

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