Las abejas multiplican la vida natural

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abejas 1Foto: Radio Banes
 
Los días de sol brillante, con temperatura cálida y un ambiente húmedo, son ideales para ese momento de júbilo, de alegría y alboroto que las abejas viven cuando salen de su nido en búsqueda de alimento. Incansables y afanosas emprenden su visita a las flores para recoger el néctar y el polen que éstas pródigamente producen.

La mayor parte de estos insectos son de hábitos solitarios, pero hay especies que viven en familias que pueden reunir más de 60 mil miembros. La preferencia de las abejas por el tipo de nido que habitan varía según la especie o el género.
Unas excavan sus nidos en el suelo y otras buscan troncos huecos de árboles.

Son los insectos polinizadores por excelencia. Hay especies que cuando aterrizan en una flor se sacuden y vibran haciendo que el polen se desprenda y disperse; otras, dependiendo de su estructura corporal, al entrar en ella frota su cuerpo con los estambres de las mismas para que los gránulos se adhiera a su cuerpo. Esta conducta es la que garantiza la fecundación de las flores y la reproducción de las plantas.

La Doctora Adys Reyna, estomatóloga docente de la clínica 26 de Julio en el municipio de Banes, es coautora de una ponencia realizada por investigadores de ese centro, que analizaron las formas de vida de las abejas y los productos que ellas elaboran, y se refiere a como estos pequeños insectos contribuyen al cuidado de la naturaleza.

“Por su forma de actuar –señala la especialista- las abejas se convierten en un medio multiplicador de la vida natural, propiciando que se mantenga el ciclo ecológico y contribuyendo a la conservación del entorno con su forma de proceder.
“Son capaces de producir la miel y la cera, dos productos que tienen una elevada demanda en el mercado internacional por ser netamente ecológicos, libres de todo tipo de contaminación, sobre todo la miel que constituye un edulcorante extraordinario para el ser humano”.

Esta especialista cuyo trabajo fue premiado en el Forum de la Ciencia y Técnica añade que “por ser animales dóciles y resistentes a las enfermedades, el hombre se dedicó desde tiempos bien tempranos a la apicultura construyéndoles colmenas móviles de madera que se continúan usando en la actualidad, como fábricas naturales, en diversos países”.

Adys Reyna afirma en su trabajo que “el potencial de los productos elaborados por las abejas es enorme, del propóleos, por ejemplo, se obtienen extractos y jarabes para la tos, el asma y la bronquitis; del veneno de las abejas se elaboran pomadas para aliviar los dolores reumáticos, musculares y torceduras; la jalea real, la miel y el polen se usan como principios nutritivos en la elaboración de champús, cremas y muchos otros productos que se expenden en tiendas naturistas”.

En Cuba aumenta el interés por consumir esos productos que provienen de esa inmensa riqueza natural.

Las abejas, ese prodigio de la naturaleza, están amenazadas seriamente por el actuar humano que en su afán de eliminar hongos que afectan las cosechas, riegan herbicidas y pesticidas irresponsablemente que ocasionan la muerte masiva de las mismas.

Las abejas son el polinizador más eficiente de los cultivos, su cuidado y preservación contribuye a que las cosechas sean más abundantes, beneficiando así la alimentación del hombre, que es hoy uno de los problemas más graves a que se enfrenta la humanidad.

Es por ello que la relación abeja-planta es uno de los aspectos que requiere mucha investigación para avanzar más en ese conocimiento, y numerosos científicos se dedican en todo el mundo al análisis minucioso del problema, para sacarle un mayor provecho.

Las abejas constituyen un elemento extraordinario que nos ofrece el medio natural, y es, además, una fuente protectora del mismo. Si las dañamos o tratamos de exterminarla, aunque sea de forma inconsciente, estaremos también afectando nuestro entorno.
 

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