Canción del Elegido
- Por Ania Fernández Torres
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German Veloz Placencia, hoy Corresponsal del periódico Granma en Holguín. Fotos: Heidi Calderón
Esta es una historia difícil. No voy a hablarles de un hombre común. Haré la historia de un periodista increíble, de un “animal de galaxia”. Nació en el sol de la noche el sexto día del noveno mes, hace ya 64 años en Santi Espíritu y fue, digamos, de provincia en provincia, tras el signo militar de un padre comunista, para descubrir y fundar “algo que fuera adorable o por lo menos querible, besable, amable”.
Asentada la familia en Santiago de Cuba, en la vieja casona expropiada por la Revolución a un hacendado rico, el chico creció, entre ríos, guayabas maduras y continuas maldades y retozos de los tres varones que componían el clan, hasta que, en duodécimo grado, fue“El Elegido”para estudiar Periodismo, entre cientos de compañeros de la Escuela Militar Camilo Cienfuegos, de la Ciudad Héroe.
Verdaderos ojos de águila tuvieron sus maestros al otorgarles esa beca, porque el Teniente Coronel (R) German Veloz Placencia, hoy Corresponsal del periódico Granma en Holguín, nació para escribir. No juega con las oraciones, no se regodea en ellas, no ama los adjetivos ni las grandilocuencias y aunque las letras no tienen género, detrás de cada uno de sus textos siempre se adivina al hombre que los firma.
Es un auténtico soldado de la palabra: rápido, efectivo y contundente como las armas rusas, aunque él asegure que ese estilo directo obedece más a razones de espacio en las publicaciones para las cuales escribe, que a preferencias personales.
Lo cierto es que logra una excelente alquimia entre los objetivos, el interés y la belleza en sus comentarios, crónicas, entrevistas o reportajes, este último su género favorito, del cual asevera no haber hecho aún el “supremo”, porque no conformarse es una herencia de la educación recibida en la Escuela Militar Político Superior de Livov, en Ucrania, exrepública de la extinta Unión Soviética.
Cómo logra saber de todo un poco, como los druidas antiguos, siempre será un misterio para mí, aunque Veloz, como le decimos todos en el gremio, afirma que ha sido la lectura constante, desde las clásicas aventuras de capa y espada, las narraciones sobre las guerras de independencia en Cuba, los clásicos de la literatura hispanoamericana, hasta grandes manuales militares y filosóficos.
Tras graduarse en la URSS regresa a Cuba y comienza a trabajar en el periódico Combatiente, que era Órgano del Ejército Oriental, cuando cada ejército tenía su publicación cada 10 días, allí fue redactor, fotorreportero y subdirector desde el 80’ hasta el 85.
Traía en la mochila amplios conocimientos del idioma ruso, técnicas ajustadas al periodismo soviético y tuvo que enfrentar el reto de cambiar y empezar a estudiar gramática española, autodidactamente, para corregir ciertos vacíos que tenía de su lengua materna.
Pero la práctica diaria fogueó al joven reportero que debía de narrar la vida de las unidades militares, desde Ciego de Ávila hasta Guantánamoy las grandes maniobras del Señor Ejército. Pasaba largos periodos en el terreno, a la caza de buenos materiales, atrayentes y con carácter valorativo pues poseía amplio conocimiento del arte militar, de la táctica y la estrategia.
La mayoría de edad profesional le llegó con “Verde Olivo”, que era el Órgano de Prensa central de las FAR, donde se desempeñó como corresponsal del Ejército Oriental, hasta 1990. Aprendió allí, bajo la égida de Juana Carrasco, la valía del trabajo en equipo, la planificación, la calidad, pues no se creía en nombres o personalidades encumbradas, sino en la propuesta concreta sobre la mesa de redacción y esto, según su opinión, enseñó mucho a los reporteros.
Pero el mayor honor que recibió en esa editorial fue la Corresponsalía de Guerra. En 1988 formó parte del grupo de 10 periodistas que fueron a Angola, dos de ellos de “Verde Olivo”. Estuvo en el frente suroriental y acompañó a las tropas del Ejército Oriental allá, en Lubamgo y en la construcción del aeropuerto de Kaama, que fue primordial para “romperle el espinazo de los sudafricanos”.
A esa altura de la vida ya Veloz era un capitán de más de 30 años, impresionado por la juventud de los soldados, el vehemente sentido de la responsabilidad y las anécdotas increíbles de valentía y entrega de aquellos muchachos, en momentos difíciles, de los cuales quedan historias por resumir en un libro que puja por nacer, pero para el cual, dice, le falta tiempo.
Afirma este avezado reportero que, como persona, Angola le dejó la huella de lo poderosa que suele ser la voluntad humana, cuando de cumplir una misión se trata. Fue un gran reto aquel escenario de guerra, aun cuando en el 88’ era casi el retiro de nuestras tropas, pero ocurre el combate de Cuito Cuanavale, que fue la batalla de la victoria definitiva.
Hablar de estos días, siempre lo emociona. Redactaban a lápiz, en condiciones de campaña, revelaban las películas, las señalizaban y junto a los textos, escritos con letra legible, los hacían llegar a Cuba, por diferentes vías de correo, para cumplir con los plazos de entrega.
En el periodismo Veloz ha hecho de todo, hubo periodos de editoriales para el programa Alza Tres, en Radio Angulo tuvo espacios habituales, en televisión de conjunto con periodistas de ese medio y también solo en funciones de cámara, periodista, editor, pero es, sin lugar a dudas, la letra impresa quien ha moldeado su vida.
En el 2000 se jubiló de las FAR y durante los cinco años posteriores se incorporó a la vida civil, justo en el Semanario ¡ahora!, en el cual fue Editor Jefe. En ese tiempo le conocí, venía rodeado de una “leyenda negra”, creo sustentada más bien en la opinión de “algún moroso” en su trabajo, y confieso que, al inicio, tenía sudoraciones y temblores, al entrar en su oficina de Editor, pero después descubrí que, cumplir bien con mis misiones, me garantizó un pasaje de ida a su pecho de hombre duro, repleto de ese corazón tan cinco estrellas.
Cuenta con desenfado que como Corresponsal del diario Granma cada día es un desafío porque debe escribir de cualquier tema. Afirma, con toda esa humildad de gente grande, que lo logrado es solo gracias al trabajo duro para dominar los recursos del oficio,pero sé que a ello se suma el talento, los méritos, las oportunidades y la validación exacta de la frase de que: “solo las buenas personas pueden ser buenos periodistas”.
Se ha insertado sin muchas dificultades en las nuevas tecnologías, es ejemplo para otros, que tampoco somos nativos digitales y resultamos más reacios a lo nuevo. Solo le dijeron, las redacciones deben integrase y los periodistas obtener nuevas competencias profesionales y ahí estaba él entre los primeros que supera el reto, mientras algunos (como yo) discute y busca excusas, Veloz, como buen soldado, cumple su misión.
Es increíble, edita sus propios trabajos, hace cámara, combina recursos y aunque hay cosas que debe aprender se implica en esa carrera,cuando no sabe pregunta a los jóvenes, porque, afirma: “o te adaptas a lo nuevo o pereces como reportero” y tiene toda la razón.
Su clan lo forman tres hijos, dos hembras y un varón, de dos matrimonios, pero a los cuales crió unidos para que anden así por la vida. Tiene, como todo abuelo, la nieta más bella del mundo y dice haber ponderado más el valor de la familia, recientemente, cuando una de las cinco estrellas de su corazón comenzó a titilar y necesitó añadirle un marcapasos.
Se confiesa adicto al ¡ahora! porque fue su colectivo y porque le ayuda a romper la soledad del Corresponsal de medios nacionales. Sabe cuánto se le quiere y se le respeta aquí, porque forma parte de la gran familia que somos.
Piensa que Cuba puede o debe asumir todos los cambios, todos los diálogos posibles, pero sin renunciar a la obra construida, imperfecta como el sol, pero con grandes virtudes. Cree que, en medio de esta guerra mediática, hay que tener pensamiento creativo y alejarnos del “teque” y la rutina con que se explican los hechos.
No teme decir que recuerda a Lenin, porque de la vieja escuela aprendió cosas que no puede olvidar. Vive cada día a la búsqueda del mejor reportaje de su vida, un material desafiante, que ponga a prueba esa objetividad incisiva y filosa, devenida oficio reporteril de excelencia, para el cual fue el elegido, un día,entre cientos de jóvenes militares.
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