Cudina, pintor de sangre negra
- Por Alejandro Jesús Rodríguez Pérez / Estudiante de Periodismo
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Nació con el don de pintar. La escasez de color que reflejaban sus obras representaba, tal vez, su mundo interior, aunque para algunos era solamente un chico al que llamaban de sangre negra, por usar carboncillos y tonalidades oscuras que terminaron por formar parte de su estilo. Una vida entregada a la pintura y todos los deseos de seguir dedicándose a su mayor pasión es lo que mejor define a Jorge Luis Cudina Martínez.
Tomando como inspiración para la creación de sus retratos el proverbio japonés de “No ver el mal, no oír el mal, no hablar mal”, el mundo espiritual y psicológico de las personas era la característica principal que plasmaba en sus obras.
Para hablar con el artista, quise invitarlo a un café, pero él me citó para vernos en el parque Calixto García de la ciudad de Holguín, frente al Centro Provincial de Artes Plásticas. En el transcurso de la conversación descubrí el origen modesto de Cudina, proveniente de un campo de Velasco, que el aire libre y la tranquilidad son su deleite, además que aquel centro a nuestras espaldas fue el primero en abrirle las puertas para una exposición.
Desde niño le interesaban las artes, especialmente la pintura. ¿Considera que la pintura es un talento innato?
Absolutamente, en la música puedes educar la voz, aprender a tocar un instrumento, pero en la plástica se tiene que nacer con el talento. En mi caso, desde la primaria comencé a interesarme por la pintura, mis maestros me regañaban porque todo lo pintaba en blanco y negro, hasta decían que yo tenía la sangre negra; desde entonces descubrí mi amor por la pintura. Ya en la secundaria comencé a presentarme a los concursos de dibujo y gané uno provincial, el cual me permitía entrar a la Escuela de Arte, pero mi padre rechazó la oferta sin que yo lo supiera; años después de que, por mis propios esfuerzos, lograra entrar a la escuela, me enteré de que ya había dejado escapar una oportunidad.
¿Quiénes han sido sus referentes en el ejercicio de la pintura?

De una forma u otra puedes aprender algo de todos, pero en mi caso las que más me han influenciado han sido Pablo Picasso, Wilfredo Lam, Cosme Proenza y Pedro Pablo Oliva, ellos son los pilares que sostienen mi trabajo. Picasso por su genialidad, su libertad de expresión y su capacidad de creación; Lam por su sello personal único e irrepetible; Cosme por su maestría, constancia, disciplina y su búsqueda incansable en la historia del arte; Pedro Pablo Oliva por su audacia, su cubanía, su discurso crítico y directo, por ser el más grande cronista de nuestra sociedad.
Tal fue mi admiración hacia Cosme que comenzamos a comunicarnos y, hasta el momento de su muerte, nuestra relación parecía la de un padre y un hijo. A Pedro Pablo Oliva igual me une una relación amistosa que surge en un viaje a La Habana y lo conocí en una exposición suya.
Gracias a ellos cuatro comencé a hacer una obra más original, a buscar mi sello único recordando mis orígenes en el campo.
¿Cómo ha estado influenciada su obra artística desde sus inicios hasta la actualidad?
Mi trabajo desde el principio ha estado encaminado a visibilizar la problemática social, desde una postura crítica, autocrítica e inclusiva de todos los actores de nuestra sociedad, intentando dar al individuo el lugar que le corresponde, ya sea por su ideología, su credo, su estatus, su condición u orientación, con una visión muy personal, resaltando aquello que lo identifique; ya sea un rasgo personal, alguna prenda, una historia o vivencia, prestando mayor importancia al carácter psicológico de los personajes a tratar.
En cuanto al estilo, no tengo uno definido, puede que en una misma obra hayan elementos del cubismo, surrealismo, expresionismo, hiperrealismo, del naif, el abstraccionismo, figurativo... Para mí, todos cuentan, todos tienen algo que aportar. La técnica que generalmente uso es óleo sobre lienzo, enmarcado en un contexto campestre donde nací y crecí, marcado por las vivencias de la pobreza y la utopía.

En cada obra que hago hay un elemento, un rasgo, que me remite una y otra vez a mis orígenes que, por paradójico que parezca, cobran gran vigencia en la crudeza de nuestra sociedad actual. Algo que realmente me ha marcado y he expresado en mis cuadros ha sido la pérdida de mi tía más cercana, ella murió con el sueño de tener la familia reunida comiendo, como cuando era pequeña, y así la pinté, rodeada de frutas cosechadas en nuestro pueblo, este cuadro se llamó “La Infanta Margarita en el país de las maravillas”; y la muerte de mi abuela fue algo que me hizo comenzar a pintarla como estaba en sus últimos años, con una ropa de andar por casa, unas pantuflas y esperando en un balance que regresará su fallecido esposo. El cuadro se llamó “Penélope”, por la canción de la chica que esperaba el amor y cuando llegó ya había muerto.
La pandemia de la COVID-19 significó una depresión para las manifestaciones artísticas. ¿Cómo ha reinventado su obra después de esto?
Respecto al impacto de la COVID-19, sin lugar a dudas las artes plásticas fueron las menos favorecidas en todos los sentidos, desde la ausencia del turismo, nuestra principal fuente de ingresos, hasta la no realización de una política de ayuda económica por parte del gobierno e instituciones, quedamos totalmente desprotegidos; pero eso en mi caso personal no impidió que creciera mi proceso creativo, al contrario. Muchos hablan de que han tenido que reinventarse, en lo personal ha sido el remontar viejos proyectos personales, los cuales treinta años después aún conservan su total vigencia. Ahora mismo estoy inmerso en una exposición en San Francisco, Miami, y se espera que se extienda a New York. Esta exposición se había planeado hace años, la COVID-19 impidió su realización, pero la galería continuó con sus planes de esta exposición de Arte Erótico y ya estoy en espera de viajar para concretarla.
Si fuera a empezar de cero su vida artística ¿Qué cambiaría en su trayectoria, que agregaría o eliminaría?

Si tuviera que empezar de cero, volvería a hacer lo mismo, solo que agregaría más constancia y disciplina en el trabajo y eliminaría la pérdida de tiempo y falta de privacidad. Me centraría desde joven en realizar lo que verdaderamente me apasiona. Me gustaría haber tenido un espacio amplio donde pudiera ejercer la docencia, transmitir mi enseñanza y aconsejar a los muchachos que empiezan ahora en el mundo de la pintura.
La pintura para Cudina se ha vuelto su vida y su día a día es reflejar la sociedad cubana actual y el mundo psicológico que encierra cada persona. Este pintor de sangre negra ha conquistado el contexto nacional y cada vez más se abren sus horizontes hacia el extranjero.
“Mi meta es pintar todos los bocetos e ideas que tengo, es reflejar la igualdad de género y realizar una pintura moderna y social”.