Liena Álvarez: “Mi amor es la formación de las nuevas generaciones”
- Por Carlos Velázquez Álvarez / Estudiante de Periodismo
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Liena Álvarez Padrón es una Instructora de Arte, en la especialidad de Teatro, con 32 años de experiencia laboral, que actualmente trabaja en la Secundaria Básica Augusto César Sandino en el municipio de Holguín.
Quienes la conocen afirman que es una excelente trabajadora y disfruta lo que hace con creatividad y entusiasmo. Siente amor por el teatro, el trabajo comunitario, la formación del gusto estético y los niños.
Sin embargo, lo más sublime de su alma es la humildad. No se cree merecedora de esta entrevista, a pesar de su compromiso y ejemplaridad en esa carrera, que es el sentido de su vida, y con la voz entrecortada por la sorpresa pregunta: “¿Me quieres entrevistar a mí?”
Cuando era pequeña, le gustaba imitar a los personajes de las películas y los muñequitos. Así, entre chispas del encanto y la magia que caracterizan a las artes escénicas. surgió su pasión por esa manifestación artística.
En su interior habitaban, desde entonces, el creador y el maestro, dos facetas importantes de su futura profesión, pues el talento de enseñar también nace con la persona.
“Nací en Mayarí, un pueblo pequeño conocido como El vallecito floreado y crecí respirando el aire puro de las montañas, entre la familiaridad de las personas y una rica tradición cultural.
“Un día pusieron la película La vida sigue igual en un teatro y, a partir de ahí, me pasaba todo el día representando escenas. Luego, me acerco a la casa de la cultura y empiezo a actuar en los diferentes grupos que habían.
“En 1988 ingreso a la escuela de Instructores de Arte el Yarey, en Granma. Allí radicaban los estudiantes de las provincias desde Ciego de Ávila hasta Guantánamo. Fue donde conocí el mundo de la actuación y aprendí las técnicas del teatro, el diseño y la escenografía”.
Confiesa, además, que su primera experiencia como profesional constituyó un reto, tras graduarse en el año 1991. Sin embargo, era joven y quería darlo todo por ese sueño hecho realidad, aunque ya se sentían los estragos del periodo especial en nuestro país.
“Hice una parte de mi servicio social en Arroyo Seco, una zona de difícil acceso perteneciente a Pinares de Mayarí. A veces, tenía que cruzar siete veces un mismo río. ¡Pero era tan gratificante, cuando uno llegaba y empezaba a dramatizar con los niños! Entonces, comencé a ver cómo se les transformaba la vida y el gusto estético a través del arte.

“También, participé en la Flor de Virama y otras actividades nuevas para mí. Después, éramos cuatro instructores, dos de teatro y dos de música. Íbamos a todas las comunidades intrincadas y teníamos un espacio en la Casa de la Cultura llamado Mi Mundo Infantil. Ahí, cantábamos y representábamos cuentos”.
En el año 2004 la escogen para hacer la primera experiencia de cómo debía laborar un Instructor de Arte en la escuela dentro del horario curricular.
Antes, el papel de los Instructores era motivar a los estudiantes con palabras o llevarlos a la Casa de la Cultura, si sentían inclinación por una manifestación artística; pero a partir de ese momento, sería diferente.
“Estuve un curso en el Seminternado Leonte Guerra Castellano. No te sé describir esa experiencia tan maravillosa. Desde que uno entraba estaba en contacto con los niños. Por la mañana impartía los talleres de apreciación y por la tarde los de creación. Además, formé un grupo de teatro.
En 2008 comienza la Licenciatura en Instructor de Teatro en la Universidad de Ciencias Pedagógicas José de la Luz y Caballero.
Cuatro años después, se gradúa con un proyecto de investigación titulado Propuesta de actividades para niños en desventaja social en el consejo # 8 Salida de San Andrés, una idea que se materializó en la casa de las hermanas Franciscanas.
Más tarde, comienza a trabajar en la Secundaria Básica Augusto César Sandino, en la ciudad de los parques, donde permanece hasta la actualidad.
Con una sonrisa recuerda su participación en el cine móvil, los convenios con el centro provincial del libro y su desempeño en la formación del gusto estético de las nuevas generaciones, siempre consciente de que necesitan conocer sus raíces culturales.
“Imparto talleres de creación, como el de narración oral, donde los estudiantes aprenden las técnicas para llegar a un público y desarrollan su talento innato.
“Además, el taller de teatro cubano que permite apreciar los principales dramaturgos y sus obras, el surgimiento del teatro en Cuba y su desarrollo hasta nuestros días.
“Trabajar en la misma comunidad donde vivo significa que los niños se identifiquen conmigo y me reconozcan al empezar la secundaria. Así, se crea un vínculo que facilita los procesos artísticos”.
Liena Álvarez Padrón, al ingresar en la escuela de Instructores de Arte, no escogió solo un medio de vida, sino un sentido para ella. Su mayor felicidad es sorprender una sonrisa en los labios de un niño y sembrar un pedacito de sí en sus corazones.
“Las cositas que uno hace, por muy insignificantes que sean, se multiplican. Los sábados vamos al centro cultural Kasiguaya en Guajabales y al vernos, los niños exclaman “¡Mira, ahí vienen los Instructores!” eso es un reconocimiento para mí.
“Yo me siento realizada cuando voy por la calle y me saludan: “¡Profe, hasta luego! ¿Profe, se acuerda de mí”? Sembré mis conocimientos en sus corazones y hoy siento el orgullo de haber sido su profesora. Mi amor es la formación de las nuevas generaciones”.
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