Bonifacio Byrne, tan alto como “Mi bandera”

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¿Cuántas veces hemos escuchado el poema Mi bandera, de Bonifacio Byrne, desde la voz de Camilo hasta la de un pionero? ¿Cuántas veces nos ha temblado el pecho al escucharlo? Seguro esto último le sucedió a su escritor.


Nació en la Atenas de Cuba, el 3 de marzo de 1861 y en 1915 fue declarado hijo eminente de su ciudad. Desde su adolescencia mostró un incondicional amor por la literatura, incursionó por varios géneros; en 1890 fundó los periódicos La Mañana y La Juventud Liberal, luego su primer libro Excéntricas, en 1893 fue acogido calurosamente por Casal, porque había "...interrumpido el tono monótono de la poesía cubana..." con un libro animado de un espíritu novedoso, sin innovaciones métricas, pero con desenfado y maestría en la versificación. Dos años más tarde, estallaría la ferviente Guerra del 95, su amigo y convecino Domingo Mujica fue fusilado en su natal ciudad, acusado de conspirador y

Byrne escribe:
Murió de cara al mar aquel valiente,
bañado por la luz de la alborada
noble, serena y firme la mirada,
tranquilo el corazón, alta la frente.
Cerca, la muchedumbre indiferente
para ver aquel crimen congregada;
mejor hubiera estado arrodillada;
que es la actitud que cuadra al imponente.


Después que este soneto circulara sin firma, aunque se sabía quién era su autor, tuvo que marchar a Tampas en 1896. En el exilio se dedicó a labores separatistas y fundó en Tampa, el Club Revolucionario, del cual fue secretario.

 

Durante su estancia en esa ciudad floridana trabajó como lector de tabaquerías y colaboró en Patria, El Porvenir y en El Expedicionario. Sus cantos revolucionarios le valieron el dictado de poeta de la guerra, que para él propuso Nicolás Heredia. Escribe piezas de teatro entre las cuales están Legado y la comedia Rayo de Sol y otras que permanecen inéditas.

 

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Pero sus obras más destacadas serán en la lírica y es en esta donde desatara opiniones encontradas. Un gran número de sus composiciones poéticas quedaron sin ser publicadas o agrupadas en una bien merecida antología.


Desde la publicación en 1897, en la ciudad estadounidense de Filadelfia, del poemario Efigies, conformado por sonetos patrióticos, a este autor se le considera, por la gran aceptación de esa obra, como uno de los poetas de la guerra cubano-española.


Quizás su poesía más conocida, es Mi Bandera. Fue compuesta por el autor al regresar a Cuba después de terminada la Guerra Hispano-Americana, y en ella expresa su angustia frente a la incertidumbre del futuro nacional amenazado por una bandera extranjera, la norteamericana, que él pudo ver desde el barco en que entraba en la bahía de la Habana, izada en la fortaleza del Morro junto a la bandera cubana, como un símbolo de la ocupación yanqui en la isla. Y de esa vivencia salió su inspiración cuando escribió este poema. Se han querido señalar pequeños lunares a esa poesía, pero retocarla habría sido tarea ociosa, y por eso Byrne no lo hizo: tal como está, refleja la emoción colectiva de aquel momento y tiene elevación patriótica, sonoridad y energía. Con eso basta. ¿a qué cambiar alguna que otra palabra o suprimir una coma? ahí se encuentra majestuosa, más enérgica que nunca al ser entonada, porque…


Si desecha en menudos pedazos
Llega a ser mi bandera algún día…
¡nuestros muertos alzando los brazos
la sabrán defender todavía!


A 85 años de su muerte rendimos homenaje a su lírica patriota y actuar revolucionario.

 


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