Desde 1962, los cubanos hemos nacido entre los muros invisibles del bloqueo. El bloqueo, así le llamamos, para abreviar un mal que yace, como la enfermedad que deteriora el cuerpo, en cada esfera de la vida del país.

 

Una dama de pelo rojo insiste en avanzar hacia el futuro. Se coloca el casco. Sobrepuesta a los achaques de un cuerpo que ha luchado mucho, su maquinaria en obsolescencia continúa latiendo. 

 

“Es esta la segunda ocasión que nos reunimos en esta ciudad para inaugurar una obra determinada. No siempre que se concluye una obra revolucionaria se reúne al pueblo; cada vez sería, incluso, más difícil, porque esperamos que cada vez sean más las obras a concluir. 

La imagen de Ada, con una banderita cubana agitada hacia el cielo mientras bajaba sonriente la escalerilla del primer vuelo directo de la aerolínea JetBlue al aeropuerto internacional Frank País, en noviembre de 2016, fue lo primero que vino a mi memoria al escuchar la suspensión de los viajes regulares a Cuba, con excepción de La Habana, a partir del próximo 10 de diciembre.