Agua, siempre bendita
- Por Yenny Torres
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En una ocasión, como parte de un ejercicio al grupo, la profe preguntó qué, alejado de lo humano, nos gustaría ser. Diversas fueron las respuestas: libro, ave, pez, canción…la suya, definitiva y meditada: el tiempo. En ese instante ya todos habíamos contestado. En mi caso, para alguien que era capaz de levantarse en la beca a las cinco de la mañana a cerrar las duchas, pese a tener que mojarse, porque la conciencia no la dejaría dormir, la idea más rápida: el agua.
Realmente no estaba tan errada, con un poco de extrapolación se resuelve bastante. La unión de mis moléculas establecería un enlace, y nada más que por puente de hidrógeno (imaginan no tener que usar materiales de construcción); me extendería por todo el planeta, como vapor, nube, icebergs, glaciar, río… y en caso de preferir algo más oculto y tranquilo optaría por la forma de acuífero subterráneo; en términos más poéticos me volvería nieve, llovizna, rocío, incluso arcoíris a través de mis cristales; podría acabar con riñas, asperezas o rencores, pues sería un “disolvente” muy potente; lo ideal estaría en tener un PH de 7, neutro, en lugar de estar neutro como un HP de 7.
Ser agua me permitiría agradar a todos, lo insípido e inoloro da un sello menos asignado a los gustos; la cualidad un tanto camaleónica de convertirme de líquido a sólido o gaseoso aportaría una aventura interesante; estaría como componente esencial para la fotosíntesis y la respiración; en términos del espacio cósmico, sería el material base de los cometas; además, salvando las distancias con el texto de Carilda, “la vida cabe en una gota”, y más en una sociedad en la que “damos agua hasta al dominó”.
Ahora, distante en el tiempo y un poco más en serio, puedo ofrecer otros argumentos; sobre todo, porque este líquido, imprescindible en la supervivencia, vital para el lavado de las manos e higiene en tiempos de coronavirus, y esencial en las labores domésticas… en su porción potable, debido al cambio climático, se está agotando.
El agua dulce en la naturaleza se renueva gracias a la atmósfera con el vapor de agua, pero los volúmenes se incrementan en forma de evaporación y disminuyen en precipitación. Actualmente la cantidad de agua por habitante en el mundo es menos de la mitad de la que existía hace 50 años. Estudios de la FAO estiman que uno de cada cinco países en vías de desarrollo tendrá problemas de escasez del recurso en menos de 10 años.
Si bien en la década del 30 del pasado siglo en Cuba contábamos con 38 km cúbicos de disponibilidad potencial en los recursos hídricos, se estima que para 2100 solo tengamos 24. La intrusión marina irá en aumento.
Nuestro clima cambiará de húmedo a subhúmedo, el aproximado de mil 400 mm de precipitación anual puede disminuir en 400 y de unos 100 días con lluvia, pueden solo ser 70. Los paisajes áridos y semiáridos típicos de algunas regiones orientales se establecerán en otras partes del país.
Dentro de la agricultura, por falta de agua, el rendimiento de la papa decrecerá hasta niveles insostenibles, muchos especialistas como el Dr. Eduardo Planos, del Centro del Clima, en el Instituto de Meteorología, creen que debe evaluarse el no sembrarla más, pues sería irrecuperable el gasto; la pérdida de áreas hoy cultivables y el estrés hídrico afectarán sensiblemente el cultivo del arroz; los rendimientos en semilla de tabaco experimentarán una disminución en el orden del 20 a 30 por ciento; entre otros múltiples elementos a tener en cuenta dentro de la actividad agrícola.
He expuesto todos estos datos para que se comprenda que cuando se llama al ahorro no es como consigna, sino como necesidad. La Tarea 4 del Plan de Estado para el enfrentamiento al cambio climático se refiere directamente al agua, muestra de la importancia que confiere Cuba al tema, además, no en vano se dice que las guerras del futuro serán por el control de este recurso.
El Día Mundial del agua se celebra cada 22 de marzo, por ser esta fecha el momento en que se produce el equinoccio de marzo. Entre el 21 y 23 de este mes los rayos solares inciden perpendicularmente en el Ecuador, los días son iguales a las noches y se inician la primavera en el hemisferio norte y el otoño en el sur, que son las temporadas de mayores lluvias. Buen pretexto para seguir economizándola en estos días.
Agua: de coco, para refrescar; de lavanda, por la tierna aroma; destilada, en cuestiones de sanidad; pero mala ni como celenterado. Con un empujoncito tendría muchas más opciones: aguacate, aguardiente, en fin, que en la oportunidad que les contaba, se acabó la clase y seguí siendo estudiante, mortal, humana. No obstante, creo que ser agua, esa vez, aunque de forma rápida y sin pensar, como quería la profe, no fue errada decisión.