“¡¿Ah, el nasobuco?¡, Sí, sí lo traigo aquí”. Y sí lo lleva en el bolsillo, la cartera o en la mano, pero no cubriéndole desde la nariz hasta la barbilla. Ante la observación, lo muestra y sigue caminando… ¿El virus preguntará al olvidadizo (a) y le dejará pasar esa negligencia? La respuesta, es bien conocida.