Caza de abuelos II
- Por Rubén Rodríguez González
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Es temporada de caza una vez más. Caza de abuelos, segunda temporada. Si se quedó sin practicar este deporte en 2020 puede ejercitarlo ahora.
Lo más práctico es cazarles en la calle. En la cola del periódico, la panadería o la del pollo, que son los llamados abuelos en “frecuencia modulada”. Tenga cuidado, eso sí, con los supervisores y controladores de las filas, casi siempre uniformados y reconocibles, porque pueden frustrarle un buen disparo con la bobería del distanciamiento físico y la mascarilla. Por esa causa, deberá elegir preferiblemente las aglomeraciones: no hay anciano ansioso que se resista a un buen molote, que le lleve de vuelta a sus años mozos.
Las paradas de guaguas pueden ser otro sitio para cazar abuelos, sobre todo aquellas muy concurridas en horario pico. Allí, confundido entre los carteristas, puede usted cobrar buenas piezas. Le prevengo, eso sí, de montar al vehículo, cuyo conductor, al igual que los guardias, puede echarle a perder el novedoso deporte con la cantaleta de la mascarilla.
Las colas frente a las oficinas de servicios públicosle brindan otra opción. A esas, por lo general, nadie las controla y suelen ser un sitio al que acuden en bandada las personas llamadas mayores, para “abrevar” planillas y “forrajear” trámites. Como extensos y seductores campos de mijo burocrático. Si padece de insomnio y le aburre la programación televisiva de las primeras horas del día, queda de usted la iniciativa de practicar el tiro nocturno en las colas para “coger tiques”, pues entre los marcantes, rectificadores o los tenaces revendedores, abunda también su codiciada presa.
Como tampoco abundan las medidas higiénicas en los corros de ancianos que toman el sol en la esquina, las vecinas visitadoras y los felices bebedores de alcoholes variados, entre ellos puede encontrar nuevas presas a cobrar en este deporte de nuevo tipo.Ese abuelo que alardea con que sobrevivió al machadato, la neuritis, dos dengues y un infarto puede ser su próxima víctima.
Siempre está el caso de que los taimados abuelos decidan permanecer en casa, hipoclorados y enmascarados como si fuesen a jugar al Zorro; en consecuencia, debe usted ir a cazarlos allí. No le será difícil, pues a las personas de la tercera edad les agradan los mimos y carantoñas. Ármese de buena voluntad y cácelos en su cubil: apapache a su abuelo, besuquéelo bastante, manosee sus canas, suénele una buena ráfaga de besos en cada cachete, abrácelo hasta que crujan sus huesos y el viejecito o la viejuca ronroneen agradecidos.Si el abuelo o familiares se mostrasen suspicaces, utilice cebos para atraerles: vitaminas traídas “de afuera” y cuyo frasco dice “stronglaxative”, o un llamativo suéter color mostaza que reza, en letras color fucsia, “I am a Bitch”,
todavía con olor “a yuma”.
Si escaseara el“ganado mayor”, considere otras opciones igualmente efectivas: busque su caza en el variado universo de las enfermedades crónicas y grupos de riesgo, donde se carece en gran medida de percepción de eso mismo. Revise las estadísticas, mire cuántos diabéticos constan en los partes sanitarios. Y de todas las edades… ¿Y los hipertensos?
Bueno, amigo COVID, no hay espacio para más. Próximamente, mi tutorial para cazar bebés.