21 May 2025 - 4:22

“Matar a la abuela”

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Vamos a matar a la abuela. ¿Verdad que suena extraño? Como argumento de teleserie, en plan Motel Bates o American Horror Story. Porque a menos que la abuela sea una villana de marca mayor, como ocurre en las historias de horror; o posea una cuantiosa fortuna, como sucede en las películas policiales; o sea un alienígena que domina la mente de la anciana y espía para los invasores extraterrestres, tal como pasa en los programas de ciencia ficción; o la posea el demonio con look de “abue” de las series fantásticas; nada justifica tamaña acción.
 
Pero no. Se trata de la abuelita que vendió su pulsera para comprarle la playstation; la que dona generosamente su chequera para los paquetes de internet;la que se desveló buscándoleuna lonchera sicodélica cuando estudiaba en segundo grado; la que cedía la carne de su dieta para que al cerebro del nene no le faltaran aminoácidos; la que oculta mejor que Alí Babá porciones de las remesas para deslizarlas sigilosamente en la billetera del nieto; la que le está pagando el repasador para las pruebas de ingreso; la que resolvió el certificado de asma bronquial para que evadiera la escuela al campo.

Pero, vayamos por partes. Él no dice:“Vamos a matar a la abuela”. Porque él no sabe que quiere matar a la abuela. Es, digámoslo así, un crimen no premeditado, lo que le quita intención pero no lo exime de culpa. Él, sencillamente, decide salir de parranda como todos los fines de semana desde que rebasó la adolescencia. A donde sea, como sea y para lo que sea. Pero SALIR.

Porque la vida es bella. Porque solo se vive una vez. Porque la vida es un carnaval. Porque solo una vez se tienen quince años y esas ganas infinitas de comerse el mundo, de cabalgar la luna, de volar al infinito y más allá y regresar al amanecer con polvo de estrellas en los zapatos.

Porque el Sol nunca ha sido tan intenso, ni los amigos tan amigos, ni las chicas tan sexis, ni la cerveza tan espumante, ni la música tan melodiosa ni las motos tan rápidas.
Nunca antes se han tenido tantas ganas de sentir la caricia solar piel y el viento en los cabellos, ni la moda ha sido tan cool ni se ha disfrutado tanto la efusión de los sudores, ni el aire ha olido tanto a limpio, ni el mar ha sido tan verdesaladoinfinitoenfinelmar, ni el cielo había parecido antes un cristal azul lavado con detergentes, como en este divino supermegaverano de 2020.

Él no oye las noticias, ni siquiera las lee, porque para eso están los padres, con sus ceños fruncidos y sus disfraces de salir a la calle; y la abuela pegada al televisor, y los maestros en el recién “reempezado” curso escolar, los médicos del consultorio, o esos vecinos locos que han puesto un cartel en su reja diciendo que no reciben hasta que llegue la vacuna.
 
 
Porque lo funden las noticias. Porque la mascarilla le da picazón, aunque se le ve bien colgando de una oreja, en el cuello o sobre la frente. Porque no soporta la peste a cloro.Porque él no hace colas. Porque los jóvenes tienen anticuerpos y lo que les da es como un catarro.

Por eso va a salir rumbo a la noche, donde le esperan los amigos-amigos, las chicas sexis, las motos supersónicas, la música sicodélica, la cristalina Cristal, y la noche más noche de todas las noches, desde que se inventó la noche.Es noche de matar abuelos.
 
 

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Comentarios  

# Sara González Estrada 21-09-2020 14:46
Hola Rubén muy bueno Matar la abuela Jajaa tú siempre con tu dosis de humor haciéndonos pensar y reflexionar hay tanto que agradecer a los abuelos y padres y tíos que peinan canas ojalá los jóvenes escuchen tu consejo tu alerta antes que maten sus abuelos!!! Gracias saludos Sara
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# El Chino 22-09-2020 11:03
Tú siempre tan genial!!!
Menuda reflexión!!!!
Tremendo mensaje!!!
Esa es "la verdad verdadera"!!!
cómo diría cierto narrador deportivo del patio: Qué Bárbaro!!!!
Salu2
El Chino
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