Mantener cerradas las “puertas” de acceso
- Por Yanela Ruiz González
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Escucho noticias alentadoras. Seguimos por debajo de la curva favorable, o lo que es lo mismo, continuamos en la línea del pronóstico más optimista que los modelos matemáticos ofrecieron tras intensos estudios del comportamiento de la COVID-19 en Cuba.
Esto, a estas alturas del aislamiento, nos hace sentir la cercanía de la vuelta a la normalidad y nos llena de muchas esperanzas. Nos hace ver luz al final del túnel o más próxima la meta en la carrera maratónica que nos ha impuesto esta pandemia desde hace dos meses en esta Isla.
Y se siente una especie de alegría y estado reconfortante. Sobre todo porque nuestra provincia holguinera no aparece reflejada en los números de los últimos días, ni tampoco cifras de fallecidos. Aunque feliz será la jornada en la que no aparezca ningún caso confirmado positivo al SARCoV2 y se declare el cierre de la pandemia.
Pero todavía no es tiempo de confiarnos. Lo reafirma el Doctor Francisco Durán, director de Epidemiología, en la habitual conferencia de prensa del sistema de Salud Pública cada mañana, a quien le damos la bienvenida y licencia exclusiva para invadir nuestros hogares, no solo para que nos informe, sino aclare, alerte y también tranquilice nuestros ánimos con su sabio diálogo a través de las cámaras de la televisión, en cadena con la radio y transmitido también por Internet.
No es momento de relajarnos. Por lo contrario, hay que actuar con más rigor y exigencia. Con todas sus letras y como buen cubano, especifica el especialista la necesidad de entender e interpretar las estadísticas como un paso positivo en la lucha contra la COVID-19, pero no para bajar la guardia en un momento en que puede parecer el tránsito al fin de la enfermedad, lo que no es así.
Mucho se batalla aún. No podemos echar por tierra el cansancio de tantas horas de trabajo entre estudios, planificaciones, y actuaciones. Tampoco tenemos el derecho de desdeñar los sacrificios de quienes se exponen para salvar vidas, mantener las adecuadas atenciones e higienización, dar vitalidad a la producción y el tratamiento a los más vulnerables.
Si queremos despojarnos lo más pronto posible de este manto, que hoy mal “protege” al mundo y seguir escuchando noticias más agradables pongamos nuestra parte y seamos protagonistas en la reducción a cero de los casos en Cuba. Solo el cumplimiento del estricto aislamiento social y el correcto empleo de las medidas de protección nos llevarán a este éxito. Lo decimos y repetimos, lo exige el momento, pero no todos somos capaces de llevarlo a hecho. Este trayecto se puede hacer más corto o largo, depende de nuestra capacidad y entendimiento para no convertirnos en la papa podrida del saco o de salirnos a tiempo.
Escucho también las historias de vida de quienes padecieron y rebasaron la enfermedad, ya de regreso en casa. Me emocionan sus testimonios al punto de sentir la garganta más estrecha que nunca y lágrimas rodar por el rostro. Siento cierta complicidad en las palabras de agradecimiento al personal de las instituciones, a los doctores y enfermeras que refieren fueron como familia. Ellos agradecen por sus vidas, yo sumo otro motivo, la inmensidad de esta Revolución. Hay muchos valientes en este país corajudo.
Pongo atención a sus mensajes. Ninguno ha dicho que es fácil vivir esta situación y manifiestan haber sentido temor en algún momento de la travesía por la enfermedad. Quienes aman la vida, a los que les rodean y a los que dejan atrás, experimentan esta sensación. Aprendamos la lección del prójimo y no tratemos de desafiar al nuevo coronavirus. Aún tenemos que mantener “las puertas” de acceso cerradas, es lo que nos permitirá amanecer lo más pronto posible escuchando a Durán con la noticia de cero casos.