Sensibilidad, de eso se trata
- Por Darianna Mendoza Lobaina
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El día de la muerte de su dueño él estaba debajo de la cama como hacía 15 días atrás, desde el inicio de la gravedad del anciano. Mientras la familia conmovida echaba al viento lamentos y lágrimas, el perro miraba a su alrededor con los ojos humedecidos, hasta que comprendió el hecho y comenzó a emitir unos gritos extraños, desesperados, inconsolables.
Estuvo presente en todo el proceso, hasta que terminó el sepelio en el cementerio del pueblo. Acompañó la multitud de lejos porque si se mezclaba entre la gente, quizás lo rechazarían o una piedra perdida podría alcanzarlo, detrás de un “vete a cuidar la casa”.
Semanas más tarde lo expulsaron del hogar, pues no había quien se hiciera cargo y el “viejo” ya no estaba. Se entregó al mundo, y al duelo por la pérdida de su confidente se sumó una lucha constante por la supervivencia, buscar comida, resguardarse del frío y evitar los golpes de personas indolentes.
Cuentan quienes lo conocieron que visitaba con frecuencia los sitios predilectos del difunto y durante la estancia en esos lugares le cambiaba el semblante, parecía animado, conforme, feliz.
Después regresaba a las calles cansado, sin comer o con la alimentación a medias, un poco enfermo y sucio, desorientado como tantos “callejeros” que deambulan a diario por las ciudades.
La historia de “Rocco” se multiplica en miles de animales que no eligen su suerte y se consumen en el desamparo, por eso en Cuba urge una Ley que los proteja.
Unos cambian de manera abrupta de una vida cómoda al bullicio de la soledad. Otros nacen en medio de la nada y están sentenciados a vagar sin rumbo fijo, sin la calidez de un techo.
El proyecto de ley para su bienestar, el cual atraviesa por un período de revisión, contempla los domésticos, de trabajo, acuáticos, los destinados a la educación y a actividades deportivas, así como los que se utilizan en investigaciones científicas, según explica un artículo del sitio digital cubadebate.cu.
Estipula, además, derechos y deberes de los ciudadanos con respecto al trato e incluye sanciones para quienes incumplan con lo establecido.
Sin embargo, cuando se aborda esta temática no se debe circunscribir a resoluciones, leyes o decretos, pues se cuente o no con documentos legales, la actualidad impone centrar la atención en el asunto e involucrar al pueblo para“despertar” la sensibilidad y reflexionar.
En los últimos meses se ha evidenciado un avance en la sociedad cubana con respecto a la protección animal, el cual se muestra en mayor medida a través del acceso a Internet, pues redes sociales como Twitter y Facebook se convierten en eficaces canales de comunicación para informar acerca de casos de abandono y gestionar ayuda.
Existen, incluso, grupos sociales como “Hope” de Holguín, cuyos miembros impulsados por el amor a estas criaturas, desarrollan una labor articulada en función de rescatar mascotas maltratadas o desatendidas, luego los asean, curan y alimentan hasta garantizarles una familia.
Quizás en determinados hogares no estén creadas las condiciones para adoptar un perro o un gato, o por razones de salud resulte imposible convivir con ellos, pero un gesto de afecto o atención, un pedazo de pan y un sorbo de agua, mucho pueden contribuir.
Socorrer a seres que solo brindan cariño y hacen más agradable el entorno con su presencia, el saludo con la patica o el ronroneo en los pies, no resta tiempo ni recursos, mas dice mucho de la especie humana, de los valores y la capacidad de sensibilizarse ante el pesar ajeno.
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