Córranse ahí caballeros…
- Por Lourdes Pichs Rodríguez
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Lo menos que quieren es cantar, pero en cualquiera de las congestionadas paradas de mi ciudad, la mayoría de las personas en pugna por subir a las guaguas animan a los ya acomodados arriba de esos carros del transporte urbano con uno de los estribillos más pegajoso de las canciones de Fabré: Córranse ahí caballeros, echen un paso pa´ tras.
Mujeres solas o con niños en brazos, hombres, estudiantes repiten el Córranse…, aunque pocos de los invocados se dan por aludidos. Los de abajo siguen desesperados convocando a cooperar con la esperanza de poder asirse del tubo del ómnibus antes que el chofer cierre sin compasión las puertas de la Diana.
Nada, ni que la guagua fuera elástica o el conductor mago. Por eso queda tanto personal o más en la acera al sol, bajo la lluvia o al sereno como el que lleva a bordo la pequeña azul y blanca con nombre de mujer.
La escena vuelve a repetirse una y otra vez en cualquiera de las paradas de la ciudad de Holguín, al presentarse uno de esos medios estatales destinados a la transportación urbana con número de viajes reducidos y reprogramación de salidas hacia los distintos destinos, debido a los anunciados problemas con la disponibilidad de combustible afrontada en el país.
Son entendibles las dificultades, porque sería increíble que alguien estuviera ajeno a las consecuencias que acarrea el recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el gobierno estadounidense sobre nuestro país y el cerco a que es sometida la República Bolivariana de Venezuela por Washington.
Sin embargo, lo difícil de entender por esas personas, que permanecen dos y más horas en una parada, es la falta de solidaridad presente en algunos. Ven correr veloz frente a paradas abarrotadas transportes de obreros casi vacíos de muchas entidades y carros ligeros estatales, en cuyos rótulos se leen siglas muy bien conocidas y algunas no tanto, pero todas relacionadas de una u otra forma con ellos, sin que sus choferes y copilotos se den por enterados de los miles de holguineros necesitados de su apoyo.
En cualquier punto de la ciudad pueden llenarse cuartillas y más cuartillas con el número de las chapas de esos indolentes, para quienes ya no valen llamados de atención y sí serían oportunas otras acciones más drásticas que les llegaran a su conciencia y bolsillos.
Pero, peor aún es que en medio de un recorte de combustible para todo el sector estatal algunos no se hayan dado por enterados y para ellos y sus familiares la vida siga igual.
Si no cómo entender la fila de carros de organismos y entidades frente a círculos infantiles y seminternados en la mañana o la tarde; en las ferias agroalimentarias dominicales, en viajes a la playa o de visita a la familia en el campo y en otras actividades muy personales obviando toda regla de mesura.
Y no hablamos de que no tengan prerrogativas en determinados momentos necesarios y lógicos por la labor o responsabilidad que desempeñan, el problema radica en el uso y abuso de un privilegio en momentos de un llamado que involucra a todos.
Otro asunto requerido de una revisión oportuna y consecuente es hoy el comportamiento de una mayoría de los choferes de triciclos arrendados a la empresa Taxi Cuba, que han olvidado que su objeto social es el de aliviar el déficit de transporte público en zonas con mayor tráfico de pasajeros y de su vinculación a Piqueras.
Hoy por hoy es muy difícil que uno de esos medios recojan en las paradas de ómnibus urbanos u otro lugar de la vía, porque aunque vayan con capacidades disponibles se deben a la persona que los alquiló, pero ojo con esto, porque ya hay creada una estrecha y marcada relación entre muchos de ellos y determinados clientes, quienes a una sola llamada a través del teléfono celular tienen a su disposición al chofer requerido.
De todos estos temas son incontables las historias. Unas las conozco por personas que reiteradamente hacen llegar a la Columna de los Lectores amargas experiencias vividas alrededor de la transportación de pasajeros y otras las he vivido en carne propia, porque desando mucho a pie la ciudad y como asidua a la parada de la calle Morales Lemus, por donde pasan las rutas 204 y 207, entre las menos priorizadas y con recorridos extendidos hasta casi convertirlas en semiurbanas, casi siempre tengo que repetir junto a otros Córranse ahí caballeros; echen un pasito más pa´ tras, para poder llegar a mi hogar después de un fatigoso día de trabajo.
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