Voluntad de ser cubano

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Si Cuba es cultura, como dijo el presidente Diaz-Canel, es comprensible la guerra que se nos hace en esta rama por parte del Imperio más poderoso del mundo, para destruir la Revolución y desaparecer el territorio nacional.
 
El ataque cultural es parte de su estrategia demoledora contra nuestro país, porque sabe que esa es nuestra esencia, la naturaleza y la definición de la identidad.

Para nadie es secreto, toda la estela recurrida por el gobierno norteamericano tendente a desmembrarnos. Su objetivo es enfilar su batería en aquellos símbolos y rasgos de cubanía, para acabar con nuestra idiosincrasia o confundirnos al imponernos los suyos.

La juventud es su prioridad y las nuevas tecnologías de la comunicación su herramienta. Ellos tratan de manera sutil de colonizar nuestra mente e imponernos sus costumbres e ir americarizarnos.

Lo primero es que olvidemos la historia nacional como lección imperecedera de la nación. Si ocurre en su enseñanza ausencias, olvidos u ocultamientos, manquearíamos un vital instrumento de defensa.

Palabras como identidad o patriotismo tratan de borrarla del vocabulario de los jóvenes y es su objetivo potenciar el sistema imperialista en sus mentes.

En estos momentos de abierta batalla ideológica hace falta una atractiva ofensiva revolucionaria que aplaste el burdo acoso imperial en materia cultural-ideológica. Repetir consignas no ayuda mucho en la actualidad.

Lacerar la cubanía es un propósito marcado. El prestigioso intelectual e historiador Eduardo Torres Cuevas aseveró: un requisito indispensable para expresarla es tener la voluntad de querer ser cubano, una voluntad que aumenta o disminuye según las motivaciones de las personas.

De acuerdo con este concepto, se puede vivir lejos de nuestras fronteras y, sin embargo, sentir el deseo de ser cubano y viceversa, permanecer dentro del archipiélago y renegar de la cultura del país.

Se pueden poner varios ejemplos de ataques a la cultura como la llamada Guerra de Símbolos, con la peregrina idea de imponernos su bandera; trasladar a esta tierra sus tradiciones mediante fiestas totalmente ajenas y ponderar el estilo de vida.

El intelectual Fernando Ortiz nos dijo: “Acaso convendría inventar o introducir en nuestro lenguaje una palabra original que sin antecedentes roces impuros pudiera expresar esa plenitud de identificación consciente y ética con lo cubano.

“(…) Pienso que para nosotros los cubanos nos habría de convenir la distinción de la “cubanidad”, condición genérica del cubano y la “cubanía”, cubanidad plena, sentida, consciente y deseada; cubanidad responsable, cubanidad con las tres virtudes, dichas teologales, de fe, esperanza y amor».

También el etnólogo e historiador había sentenciado: “Hay cubanos que, aún siéndolos con tales razones, no quieren ser cubanos y hasta se avergüenzan y reniegan de serlo. En éstos la cubanidad carece de plenitud, está castrada.
No basta para la cubanidad llenera tener en Cuba la cuna, la nación, la vida y el porte; aún falta tener la conciencia.
“La cubanidad plena no consiste meramente en ser cubano por cualesquiera de las contingencias ambientales que han rodeado la personalidad individual y le han forjado sus condiciones; son precisas también la conciencia de ser cubano y la voluntad de quererlo ser”.
A150 años del primer grito de independencia cubano no pierde vigencia lo dicho por Martí al calificar la cultura como escudo y espada de la nación. Este 20 de octubre tenemos que recordar que Fidel dijo, en los años más difíciles del periodo especial: “ lo primero que había que salvar era la Cultura”.
Rodobaldo Martínez Pérez
Author: Rodobaldo Martínez Pérez
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Máster en Comunicación Social, autor del blog Holguín Ahora.

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