Senectud
- Por Liset Prego Díaz
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Tener hijos, sentir que no puedes hacer cosas que antaño te resultaban cotidianas y sencillas, cumplir 30 años o más otorga una conciencia de la mortalidad que puede ser dolorosa, pesada.
Envejecer, cosa que se dice hacemos desde el nacimiento, pero de la que solo se es realmente consciente al ver las canas de tus padres, es un proceso complejo y aceptarlo, un reto enorme.
Hay una vejez que duele doble, porque llega antes, la de tus seres queridos. En un país con un elevado índice de senectud nadie escapa a las probabilidades de tener un anciano en la familia.
Nunca como ahora fue tan evidente cuántas carencias sufre este grupo etario, más allá de políticas institucionales, prioridades gubernamentales o voluntad estatal.
Cama fowler, colchón antiescaras, pañales desechables, toallitas húmedas, medias para favorecer la circulación, bastones, andadores, suplementos alimenticios, accesorios para el baño, parecen lujos en muchos casos en los que incluso, la eufemística e indefinible vivienda digna continúa siendo un anhelo por alcanzar pese a que quienes la sueñan pueden incluso superar la esperanza de vida de la nación.
Peor que no tener nada de esto, por demás necesario, es la desmemoria, la postración, la soledad, el desamor, la certeza de una enfermedad terminal, a todo ello puede enfrentarse un anciano, a todo eso podemos enfrentarnos los que hoy les vemos perder recuerdos, movilidad, facultades.
Muchos hemos tenido que enfrentar la contabilidad que no cuadra, la búsqueda de una mano financiada por un bolsillo ya sufrido, para brindar compañía y ayuda a los ancianos solos durante el día o el año.
Algunos han debido dejar sus empleos para cuidar a los mayores de la casa, menguando sus ingresos en un momento en que necesitarían duplicarlos, es así como se enfrenta la sociedad cubana actual a ese fenómeno que vive una isla del tercer mundo como si fuese del primero. Y aunque las garantías de salud gratuita, pensión, hogares de ancianos, círculos de abuelo, conforman un alentador panorama, sigue siendo insuficiente.
Es complejísima la situación a la que se enfrenta la familia cubana en este siglo que ya va para su tercera década. Las soluciones que se requieren son para ayer, porque antes de que podamos darnos cuenta llegará el día en que no veremos las letras chiquitas, nos será imposible enhebrar una aguja sin ayuda, tocarnos los dedos de los pies, o recordar dónde dejamos la dentadura postiza, tal vez antes de lo que suponíamos, estaremos tan desgastados de cuidar a los que llegaron primero, y entonces lamentaremos no haber garantizado para ellos y para nosotros mejores condiciones.
La atención a los adultos mayores requiere un trabajo consciente, multisectorial, sistémico, estratégico, sostenido y sostenible. Con suerte todos llegaremos a viejos, y es necesario poner en esa etapa de la vida dignidad y respeto, atención y cuidado.
Comentarios
Te felicito periodista por ese tema y no lo dejes de lado. Sigue insistiendo