¿Letra muerta?
- Por Liset Prego Díaz
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Él no puede renunciar a ese placer que conoce hace tantos años. Es capaz de hacerlo en la cama, el sillón, un auto, la playa, el ómnibus. Ahora puede incluso disfrutarlo con la luz encendida y también apagada. Le encantan los momentos previos, de ir descubriendo cada parte, lo seduce la expectativa y le fascina la sensación contradictoria del final al que ansía llegar para propiciar un nuevo comienzo, en un ciclo infinito de éxtasis, casi siempre privado.
Lo mejor de estos tiempos es que puede tener consigo a la vez tantos como en su memoria quepan, sin temer al peso o largo de cada uno. Igualmente puede hacerlo más grande o más pequeño si quiere, cambiar su aspecto para mayor comodidad. Todo ello desde que lee con el celular.
Ha visto estudios sobre cuánto de superior tiene la lectura de la página impresa, de que la luz de las pantallas estimula la vigilia y por eso, puede tener insomnio; ha oído anunciar, por casi dos décadas, la muerte del libro en soporte “duro”. Pero está convencido de que como no murió el teatro con la radio, ni esta con la televisión, ni todos ellos con el surgimiento de internet, no pueden tener razón estos agoreros pronósticos hacia el invento de Gutenberg.
Él mismo no ha renunciado a su biblioteca personal de desvencijados tomos, amadísimas páginas de Raduga,
Progreso, Mondadori, Alfaguara, Gente Nueva, Abril, Letras Cubanas, La Luz, tantas editoriales que han impreso sus sueños. Y eso no anula que ahora le apasione leer de otro modo, que al final viene a ser el mismo.
Como todo buen lector, su orgullo máximo radica en las joyas de su librero, rarezas, ediciones limitadas y robos a bibliotecas públicas, ojo: no estimula este “vicio”, solo es un comentario al margen.
El desarrollo de la tecnología le ha traído un insólito valor agregado al proceso de lectura, zona wifi mediante descarga novedades literarias, antiquísimos títulos que siempre anheló presumir, pero sobre todo puede leer online y ser coautor de relatos de nuevo tipo, basados en la multimedialidad e interactividad, dos preciosos regalos de la red de redes.
El nuevo soporte permite a los cibernautas contar su propia historia o enriquecer historias preexistentes, así, en un proceso de construcción colectiva, ya el lector no parece estar solo con sus páginas, sino que lee junto a otros, aunque la distancia no importa, es un desdibujado término que puede ahora solo contarse en clics.
De la lectura lineal, hoy es posible pasar a una horizontalidad gracias a los hipertextos, que permiten recorridos tan diversos como usuarios se acerquen a un producto, y aquello que Cortázar planteó en Rayuela, le parece la génesis de esta posibilidad maravillosa.
Ahora el libro es más suyo y al mismo tiempo de miles de internautas. La narrativa transmedia, fenómeno relativamente reciente en el contexto de los denominados nuevos medios, prende entre las audiencias como una nueva posibilidad de consumo de los productos de la cultura.
Por eso hace oídos sordos a los apocalípticos anuncios de la muerte de la lectura o el libro, tampoco cree que realmente se lea menos, entiende que se hace de otros modos y brinda por eso con una inseparable taza de café. mientras pantallas de computadoras, tabletas, celulares o readers, junto a la maravilla de la letra impresa, sigan cautivando al menos a una persona sobre la Tierra, seguirá creyendo en lo insustituible de ese placer que conoce hace tantos años y del que no puede prescindir más allá de los soportes.