La impronta de un centenario

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Hay personas a las que llegamos a saber eternas. Quizá sean comunes en apariencia, pero la grandeza radica en sus acciones, esas que se acumulan hasta formar una destacada obra de vida, que es fruto de la entrega y la dedicación hacia aquello en lo que creen y asumen como propósito personal.

El comandante del Ejército Rebelde Julio Camacho Aguilera, fallecido el pasado 14 de diciembre, era uno de ellos. Él encarnaba lo mejor de las tradiciones históricas que han distinguido desde siempre a los oriundos de Cuba.

Para orgullo de la provincia de Holguín, el actual municipio de Rafael Freyre lo vio nacer, por lo que se une a la extensa lista de cubanos dignos que son naturales de este nororiental territorio. Como buen defensor de la justicia y la soberanía, no tardó en enrolarse, junto a otros valerosos jóvenes de su época, en la lucha contra la tiranía de Fulgencio Batista.

camacho 02Fidel Castro, acompañado de otros compañeros entre quienes se encuentra Julio Camacho Aguilera (con gafas y uniformado), camina hacia el avión que lo conducirá a él y a la delegación cubana que participará en el XV Periodo de Sesiones de la Asamblea General de la ONU en Nueva York. Foto: Alberto Korda

Fidel, el líder histórico de la Revolución cubana, lo tenía entre sus hombres de confianza, amparado en la certeza de que la traición era incompatible con las cualidades morales de su compañero. El tiempo le dio la razón al invicto Comandante en Jefe.

Camacho vivió en carne propia las torturas y desmanes de los esbirros de la tiranía, pero se mantuvo firme por una causa mayor. Claudicar no era una opción en aquel momento, pues era consciente de todo lo que estaba en juego, y con su característico sentido del deber asumió diferentes misiones.

El año 1959 comenzó con el triunfo. Todo el sacrificio había valido la pena y la Revolución era un hecho, pero había que levantar un país y llevar a cabo múltiples transformaciones acordes con el nuevo sistema social. Ahí estuvo él y su primera tarea fue dirigir el Ministerio de Transporte.

Luego vinieron otras con similar importancia y que demandaron toda la entrega de este holguinero. La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) lo acogió como embajador y también es recordado por su papel como primer secretario del Partido Comunista de Cuba en varias provincias cubanas.

camacho 03Julio Camacho Aguilera y José Ramón Fernández en un recorrido por una exposición en el Palacio de pioneros Ernesto Guevara Foto: Fernando Lezcano

Asumir la dirección política de diferentes territorios lo dotó de experiencias y le permitió comprender la riqueza de cada uno, pero, sin dudas, sintió una conexión muy fuerte con el extremo más occidental del país. En Pinar del Río encontró un auténtico hogar.

“Esta es una provincia heroica y su historia no se conocía. Se quería aparentar que su pueblo no había luchado y eso no es cierto. Aquí fue donde más combatientes se unieron a Maceo en la guerra del 95”, declaró en una entrevista publicada en el periódico Granma, al referirse a esa porción de Cuba.

Su presencia marcó un antes y un después para los pinareños. Impulsó con sus manos el desarrollo económico y social del lugar, al tiempo que promovió investigaciones para dar a conocer sus particularidades y papel en las gestas libertarias.

Dedicó más de tres décadas al fomento del crecimiento de esa región del occidente cubano, siendo un fiel defensor de las bellezas naturales y las enormes perspectivas que se podían encontrar en la península de Guanahacabibes.

Ese era Camacho, uno de los últimos sobrevivientes de una generación que no dudó en ofrecer todo lo que tenía y estar en el lugar oportuno para servir de la mejor manera posible a la Patria, por encima de cualquier interés personal.

No, nunca se está preparado para ver partir a seres de esa estirpe. A pesar del paso de los años, nos cuesta concebir la vida sin sus consejos precisos o la experticia de sus visiones.

Cuba despidió a uno de sus grandes valientes, a un Comandante centenario que fue protagonista de la historia de esta nación. Julio Camacho Aguilera vivirá siempre en cada hijo digno de la Isla y su impronta servirá de guía, como un perenne recordatorio de que los hombres grandes nunca mueren.


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