Vacunas salvadoras

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vacunas cubanas

Lili le teme a las enfermeras. Ella ha sido una niña muy enfermiza, padece de asma y hace alergia a muchos factores, sus defensas están por debajo de lo normal y por ese motivo hasta el mínimo catarro le produce un gran malestar. Las agujas y las inyecciones son los monstruos de la película de su vida. Próxima a sus tres añitos, me atrevo a decir que ha estado más de media vida ingresada.

Su madre, aunque sufre con las lágrimas de su pequeña, está consciente de la importancia que tienen las vacunas y el bien que le generan a su organismo indefenso; sin embargo, hay otros padres, familiares o pacientes que se muestran indecisos ante esta forma de protección, incluso se niegan (por temor o desconocimiento) en algunos casos, pero las vacunas superan los riegos, así lo confirman la Academia Nacional de Medicina y el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades.

Más de 200 años han estado vinculadas a los sistemas de salud en lucha perseverante contra enfermedades prevenibles. En nuestro país disponemos de un Programa Nacional de Inmunización desde 1962, dirigido a disminuir la incidencia de la morbilidad de 13 enfermedades y las formas graves de otras siete; entre ellas: tétanos, difteria, paperas, sarampión, meningitis, poliomielitis, síndrome de rubeola congénita y tétanos neonatal, muchas de las cuales pueden resultar muy serias o potencialmente mortales, incluso conducir a discapacidades de por vida.

Hoy son poco frecuentes, pero los gérmenes que la causan circulan muchas partes del mundo, es por ello que atraviesan fronteras con facilidad mediante un agente infectado y producen brotes de estas infecciones en personas no protegidas.

Las vacunas están compuestas por pequeñas cantidades de virus o bacterias debilitadas o inactivadas y son suministradas a la población con el objetivo de reforzar el sistema inmune y de esta forma prevenir el riesgo de contraer enfermedades infecciosas que pueden llegar a la gravedad incluso la muerte, así como la trasmisión del virus a las personas que nos rodean.

La inmunidad es una necesidad y responsabilidad de todos; a nivel de comunidad tiene igual importancia con el fin de mantener una protección generalizada, además debemos velar por el bienestar de aquellos pacientes con factores que les impiden recibir una determinada vacuna.

Por ejemplo, al momento de la inmunización la persona debe estar sana y si padece de enfermedades crónicas, tiene que estar compensada. Debe evitarse en sistemas inmunes debilitados, alergias a componentes del medicamento o bebés recién nacidos que no puedan ser suministrados de algunos fármacos.


Estas medidas de protección pueden ser por inyecciones, gotas o aerosoles nasales, mediante las mismas el organismo aprende a identificar los gérmenes dañinos y enfrentarlos generando así los anticuerpos necesarios para activar la respuesta de la mejor forma para mantenernos sanos y saludables.

Al nacer los bebés presentan cierta protección contra algunos parásitos y demás agentes, que adquieren de sus madres durante el embarazo; sin embargo, esta inmunidad desaparece al poco tiempo, por este motivo es de gran importancia la vacunación de las pequeñas criaturas a partir de las 12 y 24 horas con la aplicación de las BCG (previene las formas graves de tuberculosis como por ejemplo la meningitis u osteomielitis) y la hepatitis B, así como de sus madres antes y durante el embarazo.

A pesar de la garantía que ofrecen en la prevención y cuidado, también pueden generar algunos efectos secundarios en dependencia del tipo de vacuna, entre los más comunes se encuentran: fiebre, dolores musculares, enrojecimiento o malestar. Ante la percepción de uno de estos y otros síntomas deben acudir de forma inmediata al centro de salud más cercano. En el caso de los infantes, los padres deben velar por algún comportamiento irregular o anímico.


Más que la cura de enfermedades que pueden llegar a convertirse en cuadros graves, nuestro sistema de salud trabaja por garantizar una inmunidad ante estos padecimientos, lograr la protección y prevención de estos virus en nuestra salud y bienestar. Vacunarse es la mejor opción.


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