Biblioterapia: lectura para sanar

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Cuantos han encontrado en los libros refugio, paz, un escape a otro mundo, una pasión calma o tempestuosa, según lo que lea, tendrán una idea del valor curativo de la literatura y su consumo, pero tal vez, en un sentido metafórico. Si les dijera que es un recurso terapéutico probado, ¿me creerían?

Ni vendedores de humo, ni la piedra filosofal, la fuente de la eterna juventud o el desaparecido grial que buscaban los templarios, nada de esto esconde o emula la biblioterapia, que sépase, solo es efectiva si se emplea dentro de un tratamiento multimodal que contemple otras alternativas, como puede ser la farmacológica, pero es cierto, la lectura ayuda a la sanación, y no es descubrimiento reciente.

Desde los siglos XVII al XIX, en muchos hospitales se organizaban colecciones de libros de materias distintas con el propósito de incidir en las actitudes y los estados de ánimo de los pacientes. Se buscaba redireccionar su atención, no ya en sus propios padecimientos, sino en el contenido de la lectura.

Se dice que fue el teólogo alemán Georg Heinrich, quien más difundió la práctica de ese recurso terapéutico con su obra Biblioteca para enfermos, en la que estudia el potencial curativo de la literatura y ofrece recomendaciones para explotarlo.

Se cuenta que en los centros de descanso para tuberculosos, se acostumbraba la lectura o narración de historias para entretener a los enfermos y se afirma que tal práctica los mejoraba anímicamente.

También en Inglaterra, en 1930, algunas clínicas usaron libros con orientaciones para promover y mantener la salud mental.
La biblioterapia puede ser eficaz en los niveles intelectuales, psicosociales, interpersonales, emocionales y laborales.
 
También tiene una variante educativa que se dirige a fomentar la cultura y el amor por la literatura.

Los tratamientos de autoayuda tales, como los manuales, basados en este recurso terapéutico, pueden ser una intervención apropiada para los pacientes. Su empleo ha llegado a un amplio espectro de patologías como depresión, ansiedad, insomnio, adicciones al alcohol y al tabaco, trastorno de personalidad, crisis de pánico, agresividad, seropositividad, agorafobia, trastornos endocrinos, trastornos por déficit de atención e hiperactividad, etc.

En el caso de los niños es una alternativa terapéutica ideal, pues tiene valores incalculables, no solo en la dirección de paliar los efectos de una dolencia, sino que favorece la educación, enriquece el vocabulario, coadyuva al amor por la literatura, además su práctica en grupo beneficia el desarrollo de habilidades para las relaciones interpersonales y la socialización.

La biblioterapia es un recurso muy barato, puede llegar a un mismo tiempo a muchas personas, a grandes distancias y puede ser llevada a cabo, no solo por especialistas médicos, otros actores sociales, previamente capacitados para tal fin, pueden cooperar.

Los resultados no son obra de la magia, ni se operan en todos los individuos por igual, dependen, en gran medida, de sus características personológicas, la patología de cada cual, y por supuesto, como enunciaba antes, la coexistencia de otras alternativas terapéuticas combinadas.

Sí, los libros curan el alma y si se les deja, el cuerpo. Da igual si es una revista, un desencuadernado ejemplar, un moderno kindle, el móvil, la PC, el soporte es lo menos importante, los usos que se den a los contenidos, siempre consumidos de forma crítica, son potencialmente medicinales. Sin equiparar un mililitro de cualquier sustancia a una página de El Quijote, pero con confianza en la eficacia de este recurso, pruebe, luego me escribe, me gustaría leer cómo le fue.
 
Liset Prego Díaz
Author: Liset Prego Díaz
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Yo vivo de preguntar… porque saber no puede ser lujo. Esta periodista muestra la cotidiana realidad, como la percibe o la siente, trastocada quizá por un vicio de graficar las vivencias como vistas con unos particulares lentes

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Comentarios  

# VENTURA CARBALLIDO PUPO 18-06-2018 21:51
Interesante material que evidentemente resulta de tremendo valor, algo plausible; ya que ''en el caso de los niños es una alternativa terapéutica ideal, pues tiene valores incalculables, no solo en la dirección de paliar los efectos de una dolencia, sino que favorece la educación, enriquece el vocabulario, coadyuva al amor por la literatura, además su práctica en grupo beneficia el desarrollo de habilidades para las relaciones interpersonales y la socialización''; a diferencia, negativamente estan presente situaciones con otro tipo de lectutras de textos que pudieran resultar diametralmente opuesto,por cierta perdida de interes sobre todo en los libros con tópicos históricos, de geografía, de cultura universal, motivo de preocupación social y familiar; donde se observan cierta falta de interes, en niños y jóvenes. Los padres tenemos que estar bien advertidos, de la inclinación a la utilizacion de la tecnología de la informatización,como espacio recreativo, --aunque tambien tienen cierto valor de enseñanza-- esto fomenta hábitos nada saludables; por resultar cierto peligro de este tipo de consumo ,con tables, moviles, PC, que genera adicción del que no se puede prescindir o resulta muy difícil hacerlo por razones de dependencia psicológica o incluso fisiológica, que se producen en los llamados videojuegos.
"'Entre los síntomas del trastorno se destaca la incapacidad de la persona de controlar la frecuencia, duración e intensidad de las sesiones de juego, la falta de otros intereses en la vida, la prioridad de los videojuegos sobre la tareas diarias, así como el deseo de continuar jugando a pesar de las consecuencias negativas'' Felicito a la autora por su material, que me ha dado posibilidad de reflexionar sobre un problema que debe ser justificado motivo de atención por la sociedad, la escuelas y los padres y demas familiares. .
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# Liset Prego 20-06-2018 09:40
Gracias por su comentario, es cierto que se debe ser observador con el consumo cultural dentro de toda la sociedad, sin satanizar la tecnología sino aprender de ella, aprovevhar sus potencialidades para el crecimiento humano. Creo que la lectura perdura y tendrá vida ilimitada más allá de los soportes que para ella se empleen.
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