Propósitos de año nuevo

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bandera cubana año nuevoFoto: Irene Pérez / Cubadebate

Estamos a pocas horas de dejar atrás el año 2023, con esa mezcla de expectativa y reflexión que traen consigo las despedidas. Casi podemos sentir el jolgorio que invade las calles cuando el reloj marca la media noche y la vida nos regala un nuevo comienzo, con doce meses llenos de oportunidades.

Por estas fechas, solemos hacer balance de lo vivido hasta aquí para corroborar cuanto hemos cambiado, crecido y aprendido, en comparación con quienes éramos hace casi 365 días atrás. ¿Hicimos las cosas bien? ¿Cumplimos nuestros objetivos para el año que culmina? ¿Qué metas nos esperan en el 2024?

Estas y otras interrogantes trae diciembre con la frescura de su clima y son motivo de una cuidadosa revisión personal, para detectar logros y definir cómo enmendar y dejar atrás cualquier error cometido. Ahí radica la magia del año nuevo: posibilita proyectarnos desde cero, como si por arte de magia resurgiéramos con el primer amanecer de enero.

El 2023 no ha sido un año fácil para el mundo y los nacidos en la Isla no hemos escapado de sus consecuencias, por momentos adversas. Sortear las limitaciones en múltiples sectores, convivir con contingencias y escasez de productos dista mucho de ser la realidad soñada por quienes amamos a Cuba. Sin embargo, aquí estamos.

Es ese el principal de nuestros logros: la resistencia de la que hacemos gala, por mucho que apriete la cosa, para no sucumbir ante las adversidades. Ha habido quejas, es normal en la naturaleza humana, pero han sido superadas con creces por la creatividad de las soluciones propuestas para salir adelante, a pesar de que los vientos no siempre soplen a nuestro favor.

La maldita circunstancia del bloqueo por todas partes continúa afectándonos, aunque algunos insistan en minimizar sus efectos. También nos dañan deficiencias internas, que deben ser detectadas oportunamente y cuya respuesta crítica y constructiva concierne a todo el pueblo.

No es válido negar los errores si, por encima de todo, existe la incesante voluntad de enmendarlos para que sirvan de experiencia en el futuro. El ultimo día de diciembre se despedirá, en esta ocasión, de acuerdo a las condiciones actuales y atemperado a nuestra realidad, pero no por ello debe prescindir del entusiasmo criollísimo que tradicionalmente le impregnamos.

Este año, las celebraciones son susceptibles a la austeridad de las estrecheces económicas y a la añoranza por las reiteradas despedidas de seres queridos, mas convocan a celebrar la vida y reconocer que, aunque a algunos les cueste admitirlo, nuestra realidad no es de las peores que tiene el mundo en estos momentos.

Quizá los festejos no sean los más opulentos de los que tenemos memoria, pero reafirmarán la resiliencia que nos ha permitido llegar hasta aquí, abarrotados de expectativas para el cuarto año de la década del 20 del siglo XXI.

¡Ay, el 2024! En él recaen un cúmulo de esperanzas, pues nunca podemos dudar que todo lo que se avecina debe ser, necesariamente, mucho mejor que lo experimentado. Resurgen nuestras listas de propósitos, enfocadas en consolidarnos como mejores seres humanos, acercarnos al ideal que perseguimos y garantizarnos la felicidad esperada.

Quiso la historia regalar a los cubanos un hecho trascendental, que se conmemora cada primero de enero: el Triunfo de la Revolución. Arribar a los 65 años con la convicción de mantenerse como un proceso de todo el pueblo, moderno y en constante evolución, es motivo de orgullo para sus hijos y fieles defensores.

Nos deparan retos para dinamizar la economía del país y contribuir a su desarrollo. Vendrán buenas nuevas, risas, algarabías, dudas, y tropiezos unidos a momentos de levantarse y continuar el camino. A pesar de todo, nadie puede dudar que lo lograremos. ¡Feliz 2024!


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