Las grandes diferencias

  • Hits: 2662

CanciondeBarrio

 

El documental “Canción de Barrio” recientemente transmitido por Cubavisión, se adentró en la cruda realidad de esa Cuba profunda que se nos escapa y puso sobre la mesa del debate: pobreza, desigualdades y olvidos, con brechas aun más abiertas desde el 2014 a nuestros días, afectados, por la pandemia y la crisis.

 

La gira del cantautor Silvio Rodríguez por barrios habaneros con complejidades sociales, que propició la filmación, demostró que, en nuestro país, hay artistas que saben el papel que les corresponde y los lugares donde, realmente, se les necesita y no andan por ahí “agitando un pañuelo a la tropa solar”, ni escribiendo manifiestos que inviten a la “acción”, siempre al alcance de la vidriera y el comedor.


Dolió mucho el documental y llovió otra vez detrás de mis frontales, como en aquella ocasión en que, en la Loma de Los Lirios, junto al Médico de la Familia y trabajadores sociales, descubrí a un recién nacido acostado en un agujero en el suelo entre hojas de plátano, visité a una embarazada golpeada por su cónyuge en una cueva en “El Piti” o asistí al desmantelamiento de un barrio ilegal cerca de la Fábrica de Cigarros.


Tengo deudas, tenemos deudas sociales, pero también mucho saldo a favor para solventarlas, para replantearnos las acciones y transformar, definitivamente, el entorno más próximo, cada persona u obra que se nos queda detrás es una derrota, que sin lamentos vanos debemos transmutar sin acudir, jamás, a las fórmulas recomendadas por los que no quieren mal.


Esas recetas, firmadas aquí pero casi todas acuñadas en el Norte, hablan de cambio de régimen, derrocamiento del gobierno e intervención militar, en una narrativa atrayente, aparentemente cercana y por supuesto con la manipulación del clásico Peace and Love que, en realidad, se sabe cómo empieza, pero nunca como termina.

 

Porque, generalmente sucede (lo hemos visto en otras naciones) que las manifestaciones pacíficas, degeneran en violencia y vandalismo y atraen como la miel a delincuentes y bárbaros. Inspira horror solo pensar en la posibilidad de vivir violencia, desórdenes en las calles que impidan la continuidad de la vida cotidiana y causen destrucción.


Pero todas estas acciones no son más que estrategias de manual para crear el caos y esperar que se sume “el pueblo hambriento y oprimido” como repiten algunos en YouTube, con una gran dosis de ignorancia pues en Cuba millones de personas tienen una inconmovible afiliación moral y sentimental a la historia de la Revolución.


Gente curtida en muchas batallas, sobre todo la cotidiana, a las que, aunque “la caña se les ponga a tres trozos”, más repugnancia les causa la idea de reeditar “a todo color y con sonido envolvente” la entrada en Santiago de Cuba de los marines norteamericanos en 1898, que nos arrebataron la victoria y se hicieron del control de la isla.


Por ello justo esa mayoría, el 86,85 por ciento de los cubanos, aprobó la Carta Magna actual que habla, fuerte y claro, sobre el carácter irrevocable del Socialismo, el respeto a la civilidad y a las leyes, y ningún derecho constitucional puede ejercerse en contra de los demás derechos y garantías refrendados en esa Constitución.


Más que marchas y tanta algarabía para que una parte del mundo mire y comente, como cotilleo de vecina chismosa, a Cuba le hacen falta brazos que trabajen para eliminar las brechas que nos quedan, para que ningún cubano diga en un documental desgarrador: “Yo no tengo futuro”.


Más que mensajes de odio en diversas plataformas digitales, algazara de voces reconocidas que solo saben de Cuba lo que le han contado, esta isla demanda que la dejen vivir y respirar sin bloquearla para que luego ella misma, con todo el peso de su historia, pueda exigirle a su Gobierno si no cumple las expectativas.


Pero ya sabemos que hay artistas que nunca dirán: Abajo el bloqueo, que solo sueñan con sacar el pueblo a las calles o poner un número musical en una espuria lista de premios. Mientras aquí hay otros artistas que reparten alimentos a los ancianos, están desde que empezó la pandemia en zona roja y centros de aislamiento o como Silvio, tan iluminado, que refunda sus sueños y visibiliza los del pueblo desde sus barrios y esas son las grandes diferencias.

 

Artículo relacionado:

 

El barrio, espacio preciso para la Revolución


Escribir un comentario