Flor amarilla, flor Bermellón
- Por Liset Prego Díaz
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Entro a Facebook y lo primero que veo son post sobre Noelia, el personaje salido de El motor de Arranque que ahora protagoniza un espacio televisivo en horario estelar de sábado.
Hago scroll, las publicaciones como el público, se dividen en bandos: uno a favor, otro en contra. El último tiene muchos comentarios descalificando el programa. No es la primera vez que veo algo así sobre este audiovisual, y aunque un amigo me asegura que el gusto no se discute, pues es cosa personalísima, prefiero este a los misóginos, a los vulgares engendros que se han ensayado en varias ocasiones en la televisión, a los olvidados por mediocres. Con esto como declaración de principios, dejé abiertas unas preguntas en mi muro:
¿Hay que darle al público lo que pide o el gusto estético se educa?
¿Existen estudios previos que sustenten la salida al aire de los nuevos espacios televisivos o su permanencia en pantalla?
A partir de mi post en Facebook apareció un aluvión de comentarios, defendían a Andrea Doimeadiós y su personaje, por simpático, diferente, novedoso y fuera de los moldes del chiste fácil. Hubo quienes proponían darle más tiempo, quienes lo aplaudían por ser algo que complace “al público no paquetero de una Cuba heterogénea”. Aludían estos amigos de la red social que las incomprensiones revelaban un bajo nivel cultural de la audiencia que no justiprecia este producto.
Los detractores lo tildaban de monótono, aburrido, superficial, pretencioso. Acotaban mis amigos: no es Andrea, la cual es excelente actriz, es el guion.
Los salomónicos celebraban que mi publicación tuviese opiniones divididas, lo cual consideraban saludable, parapetados en el supuesto de que la cosa es que hablen de ti, no importa si bueno o malo, pero que hablen.
Estrenado en la programación de verano por Cubavisión, La hora de Noelia sigue demostrando cómo los espacios de debate de consumos culturales se trasladaron, hace un tiempo ya y en gran medida, a las redes sociales.
Florecen aquí los especialistas y los chancleteros, los racionales y los cultísimos, los profes y los alumnos, los que gustan de echar leña al fuego solo por el placer de verlo consumir cualquier cosa que sea su combustible.
En cuanto al actual objeto de debate virtual, el absurdo, la ironía, la parodia y el cubanísimo choteo son armas que esgrime la actriz, en su caricatura de todo lo que no debe ser una presentadora de televisión, los defectos que exhibe el personaje son a su vez las virtudes de la joven, no porque los lleve en sí misma, sino por su capacidad de representar vicios, manierismos, insuficiencias, dislates, lo cheo, amigos míos, el kitch, la ignorancia o la vacuidad.
El abigarramiento del vestuario y el maquillaje, la inflexión impostada, el lenguaje rebuscado o tautológico que nada dice, las “incompetencias profesionales” de Noelia, no son casualidad, ponen el foco y siguen sobre el escenario a esos males que aquejan a hombres y mujeres de los medios.
El proyecto que dirige Mónica Crespo cuenta con guion de Osvaldo Doimeadiós, un Rey Midas de la escena. Sus dotes han logrado que cualquier proyecto avalado por su nombre en los créditos, sea oro.
Navegando descubro textos de críticos que ahondan en los desatinos del programa, que ponderan sus aciertos. Debajo, casi siempre aparecen comentarios con marcado énfasis en el rechazo.
Por un texto de Paquita de Armas supe que se hizo un “piloto” para probar el espacio y al parecer funcionó porque está en pantalla. Luego de esto De Armas expone detalles de una investigación que se autodefine como insuficiente en su alcance para sondear a grandes cantidades de audiencia, pero que exhibe los mismos resultados que mi muro, y que los comentarios de los usuarios en distintas páginas: Noelia divide el público entre extremos de amantes y detractores.
Entonces, ¿si a la mayoría de los televidentes no le gusta un programa debería ser eliminado de la programación? ¿el proyecto que según Mónica Crespo declaró, tiene doce capítulos, no volverá a salir? ¿La carcajada es el fin último del humor, del humorista?
¿Será que no es obligatorio gustar a todos? ¿Que está bien tener públicos y programas diversos? ¿Hasta cuándo ser generalistas? Como espectadores necesitamos opciones.
Tal vez la solución para propuestas de este tipo sea buscar su horario ideal, por imposición no creo que se llegue al corazón de nadie, ahora, de que necesitamos una televisión más diversa, incluyente, que respete a los públicos, es cierto.
En mi caso no soporto un programita más se enfrenten hombres y mujeres en desfasados cuentos que siguen representando a aquella como la tóxica y este como el Don Juan, por poner un ejemplo, o las gastadas caricaturas del afeminado y el borracho continúan intentando despertar la risa fácil.
¿Qué pasa, que en medio de tanta crisis el humor también lo está? No me parece, festivales como el Satiricón y programas televisivos como El humor se piensa, son demasiado contundentes como evidencia de que no es así.
Yo sueño con la televisión a demanda. Con poder construir mi propia parrilla y también con que seamos más civilizados al ejercer el criterio, que no te cause risa un chiste muy elaborado no necesariamente delata incultura, por ejemplo. En fin... en este asunto, como en todo en la vida, para colores las flores. La mía, bermellón.
Comentarios
Este comentario estoy COMPLETAMENTE de acuerdo y hablando de «humor» quisiera su opinión sobre JUNTOS PERO NO REVUELTOS y a la vez preguntar si éso se puede catalogar como humotismo gracias y mis felicitaciones