“Regresamos siendo mejores profesionales, mejores seres humanos”
- Por Lourdes Pichs Rodríguez
- Hits: 4523

Su voz llega nítida unas veces y por momentos muy entrecortada a través de una complicada comunicación telefónica. “Sí, soy Maurio”, asegura el joven médico recién llegado de Turín. Es uno de los 38 integrantes del Contingente Henry Reeve que enfrentara a la COVID-19 en esa ciudad italiana.
Lo primero que hace es ofrecer disculpas por no responder rápido a la llamada. “Estaba con los demás colegas mirando cómo iluminaban la Mole Antonelliana allá en Italia, en honor a Cuba y al servicio prestado”, explica emocionado.
Es fácil de percibir su orgullo, porque como bien asegura, “ese emblemático edifico solo es alumbrado en ocasiones muy especiales”. Es martes 21 de julio casi a media tarde. Hace pocas horas del arribo de la brigada a la Patria, después de más de tres meses de brindar asistencia médica en la región de Piamonte.
El doctor Maurio González Hernández tiene 32 años y es uno de los tres galenos que representó a Holguín en Turín. Es especialista en Medicina General Integral y en Endocrinología y como tal se desempeñó en el hospital de 92 camas, organizado en apenas 12 días en el antiguo complejo industrial Oficina Grandes Reparaciones (OGR), convertido hace unos tres años en sede de grandes celebraciones y de actividades del arte y la cultura.

De aquel lugar, su primera misión fuera de la Patria, el joven galeno del hospital militar Fermín Valdés Domínguez, viene lleno de experiencias y más: “Me siento mejor profesional y mejor ser humano, porque ver la muerte tan cerca todos los días y luchar por devolverle la salud a decenas de personas que te llegan en estado muy grave te humaniza más”, dice y comienza a develarnos sus vivencias.
Recuerda que a finales de marzo lo llamaron a la dirección del hospital para preguntarle su disposición de salir a cumplir una tarea de suma importancia. “En ese momento no sabíamos el lugar ni cuándo era. Nos mantuvimos tranquilos en casa hasta el aviso de que íbamos a una a misión al exterior relacionada con la COVID-19 pocas horas antes de la salida hacia La Habana”.
El doctor, nacido en Santiago de Cuba, estudiante de la Universidad de Medicina de La Habana y holguinero desde el 2014, explica que “el 12 de abril partimos rumbo a Italia, donde en esos momentos la situación era extremadamente crítica con el nuevo coronavirus. Ese país entró en cuarentena en marzo y Piamonte, que era la región hacia dónde nos dirigiríamos, cuya capital es Turín, cerró fronteras también a finales de ese mes”.

Habla, entonces, del complicado escenario encontrado, de la prueba de PCR hecha, la cuarentena cumplida y del traslado hacia el nosocomio en el cual trabajaría.
“Estuvimos una semana tomando experiencias, en entrenamiento en el hospital de Amedeo di Savoia. Conocimos de cómo era la histología de los pacientes, que es lo mismo en el mundo entero, pero allí tienen las historias clínicas digitalizadas, todo está informatizado. Era ver y aprender cómo estaba organizado el servicio de salud y el hacer de los colegas italianos”.
Después de una semana se inauguró el hospital y a partir del 18 de abril la brigada cubana comenzó con la asistencia médica directa a paciente. “Puse en práctica mis dos especialidades, roté con un grupo de trabajo, pero finalmente se decidió debía atender de manera directa dos cubículos con cerca de 16 camas, donde hacía de todo en la asistencia al paciente grave”.
Con el mayor desenfado reconoce que “es una experiencia fenomenal. Primero, como médico puedo valorarla de única, porque pude conocer la COVID-19 en su pleno apogeo, en su forma más tenebrosa y grave; después desde el punto de vista tecnológico fue gratificante trabajar con un equipamiento que solo habíamos visto en una serie, película o leído en algún libro. Todos los equipos médicos y paramédicos son de primer mundo, ahí no se escapó nada. Esto nos obligó a estudiar diariamente, pues no podíamos amedrentarnos, había que echar pa´ lante y hacerlo bien”
“Como humano resultó un reto muy grande. Los pacientes te miraban, reconocían y llamaban por nuestros nombres escritos en el traje blanco. Ellos llegaban a compenetrarse y a depositar su esperanza de recuperación tanto en nosotros, que nos comprometía más, pero a la vez nos llenaba de orgullo. También sentir cómo los médicos italianos iban poco a poco acogiéndonos y a nuestra medicina era un reconocimiento. El método clínico fue imponiéndose a tal punto que los principales especialistas que trabajaron con la brigada valoraron mucho nuestra escuela y la elogiaban. Eso fue muy bueno, aleccionador”, significa.

Asegura haber vivido días muy agotadores, porque cuando muchos se rendían los médicos y enfermeros cubanos permanecían junto al paciente batallando por sacarlo de su gravedad, tratando de salvarlo, lo que en ocasiones provocaba que les dijeran que ellos eran perseverantes hasta las últimas consecuencias. “Nosotros respondíamos que estábamos adaptados a luchar por la vida de cualquier enfermo hasta el último aliento. La inmensa mayoría de los que se pensó no iban a sobrevivir retornaron a sus hogares sanos y agradecidos”.
Las estadísticas los corroboran: la brigada ofreció más de 5 mil 100 atenciones médicas a pacientes diagnosticados con el nuevo coronavirus, casi 29 mil procederes y labores de enfermería y salvaron 170 vidas en 100 días, en una de las misiones más complejas de las cumplidas por el Contingente Henry Reeve en tiempos de COVID-19.
Ahora mientras cumple la cuarentena antes de regresar a su hogar en Holguín el doctor Maurio reconoce que “lo más complejo cuando uno parte hacia una tierra lejana es que la familia queda, sobre todo cuando hay hijos pequeños. Mi niña cuando me fui hablaba enredado y ya ahora lo hace de manera fluida. Estuve lejos, pero tenía la seguridad de que los míos estaban bien cuidados, atendidos”.
Su primera misión fuera de fronteras hace que este joven no dude en confesar su crecimiento en todo el sentido de la palabra y del orgullo sano que siente por haber formado parte de una brigada médica que hizo iluminaran al edificio más representativo de la ciudad de Turín y el más alto del mundo entre los años 1889 a 1908.
Comentarios