El buen olfato de la Aduana
- Por Yanela Ruiz González
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El can recorre los bultos, olfatea. Vuelve una y otra vez. Su compañero, el hombre que se ha convertido en su guía, le hace gestos que solo ellos saben y entienden lo que significan. La operación es repetida hasta que el animal “revisa” cada paquete en el Centro de carga y recepción, a donde fue llevado para detectar si existe algún intento de entrada de sustancias narcóticas o explosivos al país.
El empleo de la Técnica canina en el cumplimiento de una de las misiones fundamentales de la Aduana General de la República de Cuba constituye, hace 41 años, uno de las vías auxiliares para el trabajo operativo en el enfrentamiento al delito, narcotráfico y otras eventualidades, cuyo éxito depende en gran medida de su relación con el hombre.
Con probada efectividad en la detección de explosivos y drogas, esta técnica que data de 1982 en la Aduana, se emplea en la actualidad en puertos, marinas, terminales de cruceros, centros de envío y recepción de cargas postales y en aeropuertos internacionales.
Basificados en las cercanías del Aeropuerto Internacional “Frank País”, tercera terminal aérea de importancia en el país por la alta afluencia de pasajeros foráneos, la sección Técnica Canina de Aduana Holguín, entrena y perfecciona constantemente su trabajo con los canes, indispensables compañeros en la protección y seguridad de las fronteras.
Rafael González Vallejo, jefe de esta sección en Aduana Holguín, refiere que cuenta con un colectivo compuesto por doce unidades cinófila, atendidas por el personal de la instrucción, una veterinaria y custodios caninos, fuerza que garantiza el cuidado de los canes.

“Esta técnica es totalmente transparente, pues los perros actúan por el reflejo, no hay intermediarios, solo media el entrenamiento que han recibido de sus compañeros para crearles las habilidades. Por eso la confiabilidad que hoy se le deposita a esta técnica en el mundo”, explica.
Vallejo apunta a que la unidad canina de la Aduana holguinera ha sido reconocida no solo a nivel de provincia, también en el país, pues no se le limita solamente a la protección de las frontera, sino también tiene participación en el aseguramiento de visitas de primer nivel, y en otras acciones de conjunto con el Minint, los órganos de la Seguridad del Estado y las Fuerzas Armadas.
Aunque también sufren limitaciones debido al bloqueo para adquirir ciertos insumos necesarios en el cuidado, alimentación y protección de los canes, la entrega de los técnicos y oficiales de Aduana que conforman las unidades cinófilas, y la búsqueda de alternativas para paliar las carencias, contribuyen con mantener el estado operativo y lograr resultados en los servicios, tanto los propios de la Aduana como los de colaboración.
“Nuestra formación se desarrolla en escuelas especializadas del Ministerio del Interior, pero no basta con lo aprendido allí, pues esta actividad requiere de una entrega total. Los perros necesitan entrenamiento todos los días para hacerles trabajos de corrección tanto de obediencia como de búsqueda y fidelizar más sus reflejos. Es una actividad de constancia para mantener su alto rendimiento”, apunta.

El oficial de Aduana Juan Abdiel Rodríguez Cedeño, con 24 años de experiencia en la labor, agrega además, la importancia de lograr la sinergia de la unidad cinófila (hombre-can) para obtener resultados.
“Los perros llegan a ser un miembro de la familia. Nos compenetramos tanto que llegamos a conocer sus reacciones, a lo que teme o no, y sus destrezas, como también ellos nos eligen, y sienten cuando llegamos a la unidad”, comentó.
Similar es la vivencia del oficial de Aduana Yordani Suárez Díaz, el más joven en la sección canina, quien inició aquí como custodio, pendiente de la alimentación e higiene de los animales.

“Tuve la oportunidad de superarme. La convivencia con los canes me dio herramientas para tratarlos y me interesé por la labor de los técnicos caninos. Es un proceso, uno inicia con juegos y familiarizándose. Se logra una conexión mutua. Luego se pasa el curso, al que vamos los dos como unidad cinófila, y se realizan exámenes que determinan si estamos listos para el trabajo operativo”, subraya.
Después de chequear los paquetes, el can se detiene frente a un bulto en señal de haber detectado algo. Acto seguido, su compañero, en gesto de gratitud le devuelve una frase halagadora y le lanza un objeto como, si fuera un juego. La unidad cinófila ha contribuido con el enfrentamiento a un delito, una acción que salvó y protegió innumerables vidas.
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