El desfile va por la Casa
- Por Rosana Rivero Ricardo
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Iberoamérica tiene una semana entera de Fiesta. Ella se dobla y se encoge bien para condensarse en Holguín donde, para este evento, se vota la “Casa” por la ventana y se desborda la cultura de sus pueblos en el Pasacalle Iberoamericano.
El desfile es el secreto para obtener el más puro extracto del espíritu de la Fiesta. Es 25 de octubre. No importa el año. El reloj de la Iglesia marca las cinco de la tarde. Minutos después inicia el desfile de artistas y delegados del evento.
Como para abrir los “Ojos” a Iberoamérica, este proyecto de estatuas vivientes de Santiago de Cuba inicia y custodia el Pasacalle. Por más de un lustro han venido a la Fiesta. Sus cuerpos van “vestidos” de azul, como el mar que trajo a Colón al Nuevo Mundo hace más de cinco siglos, a bordo de sus tres carabelas, simbólicamente representadas en el desfile.
Repican con los tacones las bailarinas españolas. Ahí están las raíces hispanas que sostienen buena parte del árbol cultural iberoamericano. Soberbias llegan y divinas las integrantes del “Ballet Español de Holguín Mónica Dance”. “Andarte”, agrupación camagüeyana, también regala un flamenco, género más popular de esta manifestación músico danzaria. “Encuentros” y “Alas” igualmente van de bata y mantón.
Etienne Drapeau es franco-canadiense. Habla un fluido español, baila como un cubano y conquistó al público con su fusión de ritmos latinos.
La gaita estuvo en el desfile para representar a las comunidades canarias y españolas asentadas en Holguín. De la península Ibérica también llegó el Proyecto Yoga en la Vida Cotidiana.
Estudiantes de la Escuela Pedagógica José Martí portaron las banderas de Iberoamérica tan diversa en sus colores como en las culturas de las naciones que representan.
Desfila la bandera de Céspedes. Hay pequeños mambises y pequeños rebeldes. La historia de Cuba fue narrada por la Compañía Ronda de los Sueños a través de sus vestuarios.
Unidad, Chile, México y El Guayabero fueron las palabras que como pie forzado le dio al público al improvisador Emiliano Sardiñas, quien salió airoso de la prueba. Las raíces campesinas cubanas también estuvieron representadas con el Conjunto holguinero Cacoyugüín y los poetas repentistas.
Chile se pronunció contra el bloqueo de Estados Unidos a Cuba. La danza y la música autóctona de su Isla de Pascua vinieron con la Fundación Raipillán.
Tambor con toque canadiense hubo a través de la intervención en el desfile de alumnos de la Escuela de Percusión del norte de esta nación multicultural, liderada por el profesor Aldo Mazza.
La sensualidad del tango argentino estuvo representada por el colectivo “Cuba Tango”, de La Habana. La representación del mestizaje de la cultura árabe estuvo a cargo de la Compañía habanera Asiart Dance.
El trovador Luis Franco fue la rumba, pero la conga estuvo a cargo de la Compañía Folclórica La Campana, Caribbean Dance y el Teatro Guiñol de Holguín.
Desde el corazón de El Cobre, lugar donde se asienta la Virgen de la Caridad, el más sagrado símbolo de transculturación del pueblo cubano, llegó la Steel Band para cerrar una vez más el desfile.
Ya casi suman 8 las campanas de la Iglesia. No se sienten las breves horas en que se disfruta de la diversidad cultural de los pueblos en el Pasacalle Iberoamericano.
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