La luna de Lorca es música en Holguín
- Por Heidi Calderón Sánchez
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La luna es el símbolo más frecuente en la obra de Lorca. El poeta lo asocia a la muerte, no escatima en alegorías para reflejar erotismo, fecundidad o belleza, pero mayormente construye una voz postrada ante la tragedia, como en el poema Romance de la Luna Luna, que narra la dramática y solitaria agonía de un niño gitano, y ha dado pie, casi un siglo después de su publicación, a la inspiración y a la música en otros paisajes.
En la provincia cubana de Holguín, el trovador Orlando Silverio, con la complicidad de los amigos obtiene canciones como frutos, pues ya suman nueve los poemas de Federico García Lorca que ha musicalizado sin cambiar una sola palabra de los textos originales.
"Este trabajo tiene como antecedente un primer intento en la década del noventa - cuenta Silverio - en la que solo me salió la canción creada para el Romance de la Luna Luna; la magia de la musicalización es una cosa que sale y no se puede explicar cómo, son los caprichos de la creación".
Pero, en esta ocasión, el cantautor ha sido más ambicioso. Silverio asegura que se sintió muy identificado con los poemas de Lorca: "Disfruté mucho hacer un son montuno a la manera que se hace en el oriente de Cuba, lo hice con la letra del poema que le escribió el poeta a Santiago de Cuba".
“Cuando llegue la luna llena iré a Santiago de Cuba, iré, iré a Santiago”, dice Lorca y esta vez la luna nos cuenta del vínculo del universal poeta granadino con Cuba y por eso tenía que ser un son y también en esto va el concenso de los amigos y la complicidad para convertir la idea de la musicalización de versos en algo más, un proyecto de recitales en los que Silverio se une al escritor José Rojas Bez para organizar conciertos en los que se cante, se recite y se hable sobre Lorca.
La poesía de Lorca tiene mucho ritmo, explica Rojas Bez; “verde que te quiero verde” dice el poeta, es muy conocido el ritmo de las poesías del Romancero Gitano, pero es menos difundido su último libro donde legó quizás su obra más refinada, más madura y dónde refleja la herencia árabe de ocho siglos de dominación en sur de España. Los árabes dejaron muchas cosas y entre ellas quedó un buen recuerdo de la poesía.
Por eso, en el Diván del Tamarit, que se publica de manera póstuma, Lorca trabaja dos tipos de composiciones que son de herencia moruna: las gacelas y las casildas, en las que el poeta no toma exactamente la métrica árabe, él le da un trasunto hispano, y muestra en estos textos un tono erótico y sensual que refleja el amor íntimo entre las personas, el amor homoerótico y todo lo que tiene que ver con la vida en sentido general. Hay en estos poemas metáforas de mucha finura que enlazan con lo mejor del imaginario español.
El resultado holguinero es un disco compuesto por nueve poemas musicalizados, sin alterar el contenido original de las piezas literarias y con respeto sobre todo a la pasión que entraña el universo lorquiano, una obra que se remonta a la fría Granada de un siglo atrás, y que tiene además una mirada renovadora en la creatividad del cantante que le aporta, a su manera cubana, un toque andaluz.
Silverio explica también que los arreglos orquestales de todas las piezas, las mezclas y la masterización estuvieron a cargo de Fofi Rod, quien aportó el virtuosismo de la guitarra flamenca, el bajo y el resto de la instrumentación.
El escritor Rojas Bez asegura que, para decir Lorca hay muchas razones. En primer lugar, fue un gran artista, poeta, músico, dramaturgo y además investigador del folclor y un promotor de la cultura de su tiempo, pero sobre todo un gran hombre de pueblo.
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