Héctor Leandro Barrios y el llamado de la luz

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Hector Leandro premio celestinoFoto: Tomada del perfil de Facebook de Héctor


‒ Papi, te llaman de la luz.
Dijo la niña, y él lo supo todo. Lo adivinó.
Un rato antes, desde la cama, adonde había ido buscando alivio al dolor que le aquejaba por días (¡maldita gastritis!), pensaba en qué bonito sería recibir una llamada de Holguín.


Héctor lo había intentado antes. Tres veces había enviado un cuaderno con poca fortuna. La primera vez apuntó la dirección errónea, la segunda no fue elegido, y ahora, por fin, en su último chance, pues cumplirá 36 años en pocos meses, parece que sí. ¿Será?


Pero ya nada de eso importa, la voz del poeta del otro lado confirma que es él, que es su libro el ganador de un premio que muchos añoran, algunos tanto como para concursar siete veces, en un tesonero impulso de ponerse en un punto clave de la literatura, de ascender un escaño imprescindible en el mapa vital autocartografiado.


Héctor lo sabe, ahora tendrá un libro en La Luz, eso lo anima. El dolor que lo agobió todo el día va pasando, se anula ante la emoción. Los amigos que postean su dicha en Facebook y el creer que es cierto, son un bálsamo.


Bumbos llega a puerto seguro, sobreviviendo a la marea azarosa de los jurados, del valor indiscutible de las obras en concurso, del criterio de quienes conceden esta dicha. Héctor Leandro Barrios, cienfueguero, instructor de artes, licenciado en Estudios Socioculturales y egresado del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, obtiene el Premio Celestino de Cuentos «por lograr de manera acertada y sostenida el tono adecuado que dota de cohesión, organicidad y carácter sistémico un volumen de cuentos que se destaca por el cuidado y corrección del lenguaje, la madurez de las historias y el afán por lograr cierta originalidad de estilo» reza el acta del jurado.


Después llegan los desconocidos curiosos a preguntar, a entrarse de qué se debe escribir para llegar con éxito a la orilla soñada: Bumbos es un volumen de ocho cuentos y toma su nombre de una embarcación semejante a los botes pero que no tiene quillas. «Estas embarcaciones se construyen de polímeros y se les conoce como balsas o corchos. Los pescadores suelen decir que son balsas insumergibles».


El libro está marcado por la sentencia de Sergio Pitol, en El arte de fuga: «Uno es una suma mermada por infinitas restas». Y apunta el autor: «Así justamente se presentan los conflictos y situaciones de mis personajes; ellos están en el centro de una situación difícil, pero parecen flotar, como bumbos, en ese entorno que los rodea».


Y después él flotará como una nave chica, precaria, pero insumergible, en un vaivén de felicitaciones y júbilo como se vive siempre, tras el llamado de la luz.

 

Liset Prego Díaz
Author: Liset Prego Díaz
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Yo vivo de preguntar… porque saber no puede ser lujo. Esta periodista muestra la cotidiana realidad, como la percibe o la siente, trastocada quizá por un vicio de graficar las vivencias como vistas con unos particulares lentes

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