Fotos: Cubadebate
Amanece en Birán. El sol se filtra entre las hojas y una mujer acaricia a su hijo recién nacido. Sus brazos lo envuelven y ella lo mira con mucha ternura. “Parece que eso que yo traigo aquí va a ser algo grande”, había dicho hacia unos días. Y había nacido envuelto por el “manto de la Virgen”, según le contó Isidra, la comadrona. Quizás este pequeño estuviera destinado para grandes cosas.