Respeto por lo que hago
- Por Hilda Pupo Salazar
- Publicado en Opinión
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El respeto a uno mismo, a los demás y a todo lo que lo merezca constituye una fuente de riqueza para cada persona, que debe cuidarse siempre.
Refleja cómo te autovaloras, comprendes y aprecias en la proyección hacia la sociedad, desde tu grado de autoestima, reflexión interna, valor por la vida, a partir del amor que fortaleces por ti mismo al asumir entendimientos sobre criterios que se corresponden con las actitudes de cada quien.
Es una palabra que debe siempre escribirse con mayúscula, muy relacionada con lo ético-moral, principios, autenticidad y rasgos propios de cada uno, que se embellece al defender en los actos cotidianos. Autenticidad.
La persona debe exigirse y profesar ese importante respeto, que abarca el desarrollo y la práctica de comportamientos asertivos.
En columnas anteriores reflejamos que la conducta asertiva es una forma decisiva para interactuar efectivamente en cualquier situación al permitirte ser directo, honesto y expresivo, desde el acato profundo con tu yo, como derecho de vivir y ser feliz, al reafirmar tu valía personal, desde tus libertades.
Es cultivarte como una buena persona, comenzando por el mejor manejo de tu comportamiento emocional, optimismo, alejarte de los ambientes tóxicos y plantearte las situaciones, por muy complejas que sean, primero a ti mismo, para llegar a la solidez de las reflexiones, al ser la mejor ayuda y apreciar tu valía.
Al respetar a otros es decisivo no juzgarlos por sus cualidades, conductas, credos, afirmaciones, errores ni increparlos por nada es aceptarlos sin pretender cambiarlos, las diferencias hay que admitirlas desde sus identidades.
Cuando fluye la autenticidad entre las personas se solidifican las obligaciones en el desarrollo de patrones y conductas correctas, al ser capaces de defender las ideas y valores en los que creen y fundamentan sus acciones en forja del carácter individual.
Si ese respeto es la proyección de una cultura desde lo individual y colectivo, tanto la familia como la sociedad fortalecen una sana convivencia, a partir de lo consciente sobre los derechos y las obligaciones fundamentales en todas las relaciones, para la mejor convivencia, desde la cognición de cada quien.
Este tipo de respeto es una manifestación de amor, cuando se le otorga valor al propio enfoque personal y ayuda a desarrollar la autonomía para defender las aspiraciones o principios que rigen la vida.
Para el estadounidense Ayad Akhtar, Premio Pulitzer por su Obra Dramática: “El secreto de una vida feliz es el respeto. Respeto por ti mismo y respeto hacia otros”.
Defiende Jean Jacques Rousseau, músico suizo- francófono: “Siempre es más valioso tener el respeto que la admiración de las personas”.
Dice Pitágoras de Samos, filósofo y matemático griego: “Ante todo, respetaos a vosotros mismos” y Mahatma Gandhi, figura central del movimiento de independencia indio, asegura: “No puedo concebir una mayor pérdida que la pérdida del respeto hacia uno mismo”.
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