Orígenes
- Por Claudia Arias Espinosa
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El sobre tardó en llegar. Por aquellos días, la Covid-19 acaparó cada ámbito imaginable de nuestras vidas; nos encerró, nos puso en pausa. Tal vez por eso tardó en llegar, porque las manos que debían entregármelo intentaban evitar su invisible agente infeccioso.
Casi en el centro aparecía mi nombre y más arriba, a la izquierda, los datos del remitente, escritos así con tinta azul: ELIEXER E. HIDALGO DÍAZ.
No había en mi mente un rostro que pudiera asociar a Eliexer con x. Tampoco intenté imaginármelo. Decidí esperar, pacientemente, a que la Covid-19 me permitiera conocerlo.
Abrí el sobre y, como si metiera la mano en el corazón de un extraño, saqué su historia, que es también la del surgimiento, organización y desarrollo de la Defensa Civil (DC) en Holguín.
La DC consiste en un sistema de medidas para proteger a la población y la economía en tiempos de paz o situaciones excepcionales, como el ataque del enemigo o desastres naturales. También implica la realización de los trabajos de salvamento y reparación urgente de averías.
Desde hace varios meses, se activó ante la presencia del coronavirus SARS-CoV-2 en la isla. Así, con la orientación de las autoridades médicas, la mayoría de las provincias ha logrado controlarlo.
Me alegro en silencio. Doy gracias por la experiencia que tenemos manejando situaciones excepcionales. Me pregunto cuál sería la razón para concebir la defensa civil, y cómo lograron apuntalarla en todos los territorios del país, y de qué manera convirtieron trabajadores civiles en expertos contendientes de huracanes…
En mis manos sostengo algunas respuestas, escritas con esmero y pequeñas florituras en las mayúsculas. Sostengo los orígenes de la DC, vividos y contados por un combatiente de la lucha clandestina, que fue también miembro del Ejército Rebelde.
Eliexer trabajaba en la Empresa de Aprovechamiento Forestal del Instituto Nacional de Reforma Agraria (Inra), en un antiguo aserrío de la ciudad de Santiago de Cuba, cuando llegó la orden de constituir un destacamento de la Defensa Popular.

Era agosto de 1962. Ya había ocurrido la explosión horrorosa del vapor La Coubre en el puerto de la Habana. Ya habían quemado la tienda El Encanto, donde murió Fe. Ya habían realizado miles de sabotajes, ataques piratas, secuestros de buques y aviones, operaciones psicológicas. Ya habían intentado invadirnos por Playa Girón.
Allí mismo, en Santiago de Cuba, Fidel Castro lo dijo el mismo día que triunfaron los rebeldes: “La Revolución empieza ahora; la Revolución no será una tarea fácil, la Revolución será una empresa dura y llena de peligros…”
Los trabajadores de la Empresa no demoraron en brindarse voluntarios para crear el destacamento. Eliexer estuvo al frente. El objetivo era recibir preparación militar, que les permitiera enfrentar un posible ataque o sabotaje.
Organizaron grupos especializados en tareas de salvamento, sanitarios, contra incendios, reparación de averías y contrainteligencia. Practicaron el tiro. Día y noche hicieron guardias y recorridos armados. Durante la Crisis de Octubre llegaron a acuartelarse.
Dos años después, por diferentes designios, el jefe de aquel destacamento fue trasladado a Holguín, donde continuó trabajando para consolidar el sistema de defensa que involucraba a todo un pueblo.
En su testimonio, cuenta que “en ese entonces la Defensa Popular alcanzó un alto grado de organización y desarrollo”. Además de las mencionadas, otras de sus misiones consistían en “la participación en actos políticos de masas y desfiles militares, movilizaciones para trabajos voluntarios en la agricultura, la construcción y otras actividades socialmente útiles”.

En marzo de 1965 decidieron fundar la Escuela Regional (Holguín-Gibara) de Preparación Combativa y Política, y honrarla con el nombre del mártir Luis Oliva Sao.
Escogieron como sede el antiguo colegio de los maristas. Era el lugar perfecto: amplias y numerosas aulas, patios de cemento, rodeado de campos deportivos, polígonos, terrenos aledaños con diversos accidentes topográficos, árboles y manigua, ideales para practicar diferentes materias.
De día, la magnífica edificación se llenaba de niños, en tanto secundaria básica Juan José Fornet Piña. Los sábados y domingos, así como algunas noches, acudían trabajadores, algunos a enseñar, la mayoría, a aprender; pero todos de manera voluntaria y sin remuneración. La defensa de la patria es un deber al que no se le pone precio.
He aquí algunas materias que allí se impartían en cursos intensivos hasta 1967: Preparación Táctica; Preparación y Ejecución del Tiro; Ingeniería Militar; Infantería; Ejército Enemigo; Química; Topografía; Armamento; Comunicaciones y Corte de Justicia Militar.
Eliexer fue su director. Si pudiera preguntarle ahora mismo cuál de las responsabilidades asociadas a la Escuela Luis Oliva Sao disfrutaba más, quizá me diría que el apadrinamiento del Internado de Primaria y Hogar de Niños “La Edad de Oro”.
En aquella institución, ubicada en la carretera central, en dirección a Las Tunas, hacían trabajos voluntarios, actividades culturales, llevaban dulces, juguetes…
Años después, de la semilla plantada creció un árbol robusto de muchas ramas. La Defensa Popular dio paso a la Defensa Civil. Los miembros de la primera se integraron a la segunda. Perfeccionaron los saberes y la capacidad de reaccionar ante disímiles desastres.

Termino de leer la decena de páginas. El hombre que las escribió nunca abandonó la misión que le asignaron 58 años atrás. Ellas en sí mismas son la prueba, el aporte más noble: el esfuerzo de documentar para la historia el origen del sistema que, hasta hoy, sigue siendo nuestra garantía de salvación en tiempos de paz y situaciones excepcionales.