Luz verde para la inclusión
- Por Yenny Torres
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Ramón no entendió el valor de sus piernas hasta que un pequeño desliz le quebró los huesos; mucho tuvo que dejar de hacer, mucha ayuda pidió, mucho camino dejó de andar durante varios meses; fue así como entendió todo, se vistió con la misma piel de más de ocho mil personas en esta provincia.
Estar en una condición de discapacidad transitoria a veces parece ser el único momento en que la gente advierte cómo es la vida para quienes la padecen todo el tiempo.
La Aclifim cumple 40 años de creada, en medio de tantas crisis, incluida la de valores, hablar sobre la conciencia en torno al tema parece llegar como anillo al dedo; sin embargo, prefiero no centrarme en ello, aunque no lo excluyo en reflexiones ni eximo de su primerísimo lugar en importancia.
Si entendemos que la discapacidad es resultado de la relación entre la persona con deficiencias y las barreras que le impiden participar en sociedad como los demás; respetar, ayudar, apoyar no sería solo cuestión de sentimiento positivo hacia esas personas, a quienes disímiles documentos legares amparan.
El 10 por ciento de la población mundial presenta alguna discapacidad física, intelectual o sensorial, de ahí la necesidad de tenerla en cuenta a la hora de concebir todo tipo de proyectos.
Además de la pronunciación dentro de los Derechos Humanos, la “Convención Internacional de Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad” señala medidas de no discriminación, y acciones a implementar por los estados para garantizar igualdad de condiciones, como al resto de las personas.
En Cuba, el acuerdo 3297 del Consejo de Ministros, referido al sector del Transporte prevé, tanto en medios terrestres como marítimos, la existencia de dos asientos para este grupo poblacional, así como el pago de la mitad del pasaje, siempre que se porte el carné (en caso de tránsitos nacionales también deben llevar una boleta de viaje, entregada por su Asociación).
Por otra parte, la Carta Circular No. 11, del 2000, en las unidades de comercio y servicio da prioridad en la atención a las personas discapacitadas permanentes. En este punto quiero detenerme. El hecho de haberse emitido hace 20 años lleva a que en ocasiones no se tenga en cuenta, pese a no haberse anunciado invalidez alguna del documento. No obstante, creo que la principal derogación viene de la mentalidad colectiva y de los propios encargados de la actividad comercial.
En las colas, sobre todo para comprar pollo, detergente, pasta dental (por solo mencionar algunos de los productos más codiciados actualmente) suele formarse gran discusión respecto a si pasan primero o no los “impedidos”. El derecho existe, ya lo he dicho (sujeto a normas organizativas, por supuesto); sin embargo, la poca credibilidad de muchas situaciones y la mirada hacia la persona con discapacidad como “oportunista” suele provocarse por la actitud de una parte de los afectados; o sea, cuando alguien con carné de impedido compra varias veces para revender, lo hace para otra persona, o se confabula en acciones deshonestas.
Conocer la problemática ha llevado a los presidentes de la Anci, Aclifim y Ansoc de Holguín, acompañados de la PNR y la DIS a realizar muestreos en Mercados Ideales y Ferias Agropecuarias en diferentes Consejos Populares y municipios, y sí, han detectado casos de indisciplina, y retirado el carné de asociado de forma definitiva, por haber violado lo establecido en los estatutos de la organización. En otras ocasiones la población se ha quejado, pero no contar con un nombre específico ha imposibilitado actuar.
La existencia de sujetos que se hacen pasar por discapacitados, así como de otros que “aprovechan” hasta su propia discapacidad, ha llevado a generalizaciones, pero no todos los impedidos actúan de esta manera. La mayoría es gente humilde que lucha por “abrirse paso”; se enfrenta a decenas de barreras arquitectónicas y mentales; busca mayor integración al trabajo y se descubre hasta en un cuarto lugar de prioridad para el otorgamiento de plaza; que libra la batalla de la idoneidad, aun cuando requiere otras condiciones para laborar.
Gente a la que le cuesta entender cómo el diseño de locales para recibir atención médica en consultorios y policlínicos se traza a base de barreras; por qué los demandados productos para aseo personal se ubican en el segundo piso de una tienda recaudadora de divisa; o por qué eliminan obstáculos solo los centros gastronómicos y no un museo o una biblioteca, cuando la necesidad artística va más allá de la capacidad motriz.
De un plan de 33 barreras a eliminar en nuestra provincia, el pasado año no se logró erradicar ninguna, un tema para reflexionar. La discapacidad físico-motora, con la que se nace o se adquiere no es un freno, pero requiere de apoyo social.
Ejemplo de superación en nuestra tierra es Yanelis Silva, gloria paralímpica y diputada a la Asamblea Nacional; como ella, miles rompen sus metas, incluso cuando estas sean lograr un poco de independencia o aprender a disfrutar y sonreír.
En Holguín, 23 niños con discapacidad son atendidos por maestros ambulantes, 30 están incorporados a distintas enseñanzas, tres permanecen en la escuela “Solidaridad con Panamá” y 16 en centros especiales de los municipios. Ello es muestra del interés de nuestro Estado por ofrecer educación a todos. Logro sumado al propio hecho de que exista hace cuatro décadas una organización para agrupar y apoyar a quienes padecen de limitaciones de este tipo.
Nuestra población tiene cada vez más ancianos, a los que también debe facilitarse el acceso. Apostemos porque la comprensión hacia las personas con discapacidad no solo se adquiera en el momento de padecer por un eventual accidente o por los achaques de la vejez.
Legalmente tienen su respaldo; si no es por conciencia, hagámoslo por respeto; pero siempre por la inclusión.