Vuelos bloqueados

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La imagen de Ada, con una banderita cubana agitada hacia el cielo mientras bajaba sonriente la escalerilla del primer vuelo directo de la aerolínea JetBlue al aeropuerto internacional Frank País, en noviembre de 2016, fue lo primero que vino a mi memoria al escuchar la suspensión de los viajes regulares a Cuba, con excepción de La Habana, a partir del próximo 10 de diciembre.
 
Junto a esta holguinera, residente en EE. UU hace más 25 años, llegaron en el Airbus A320 cerca de un centenar de pasajeros, entre ellos Dave Clark, vicepresidente de planificación de la red para la empresa, quien, en ese momento, reconoció la oportunidad de estos enlaces directos diarios y más bajas tarifas entre Fort Lauderdale, Florida, y Holguín, punto de enlace hacia otras provincias cercanas, como la de Granma y Las Tunas.

Dos meses antes de este acontecimiento la aerolínea American Airlines (AA) de los Estados Unidos de América también dejaba inaugurados sus viajes regulares diarios a esta ciudad. El primero fue el siete de septiembre de 2016 con el Boeing 737, que trajo a más de 90 personas, en su casi totalidad cubanos radicados en el país norteño o Puerto Rico, pues por el bloqueo económico y financiero contra Cuba a los estadounidenses les está prohibido viajar a esta isla caribeña para hacer turismo.

De igual manera sucedió en otros ochos destinos de la Isla, donde, paulatinamente, quedaron establecidas esas rutas, lo que, sin dudas, facilita el flujo de visitantes hacia diversas partes del territorio nacional.

Así, tras más de cinco décadas se reanudaban vuelos comerciales entre Estados Unidos y Cuba, nueva oportunidad surgida a partir del proceso de restablecimiento de relaciones diplomáticas entre ambas naciones, como resultado del acercamiento entre EE.UU. y la Isla, promovido en el gobierno del presidente Barack Obama, aunque se mantenía la proscripción de que los ciudadanos de ese país viajaran al nuestro para actividades turísticas, pues permanecían impedidas por estatuto.

En estos tres años fueron miles los viajeros transportados por ambas compañías norteamericanas, en sus más de 2 mil 340 incursiones hechas hasta el cierre de octubre a la terminal Frank País, cuya “operatividad, seguridad y condiciones del aeropuerto” fueron reconocidas por la Agencia de Administración de Seguridad en el Transporte (TSA) de EE. UU, previo al inicio de los vuelos regulares desde el país norteño a Holguín.

Ahora, de “golpe y porrazo”, los viajes directos a la estación internacional Frank País como a la “Ignacio Agramonte”, en Camagüey; Jardines del Rey, en Cayo Coco; “Vilo Acuña”, en Cayo Largo; “Jaime González”, en Cienfuegos; Sierra Maestra, en Manzanillo; “Juan Gualberto Gómez”, en Matanzas; “Abel Santamaría”, en Santa Clara, y “Antonio Maceo”, en Santiago de Cuba quedan suspendidos a partir del 10 de diciembre, a solicitud del secretario de Estado, Mike Pompeo en carta enviada al Departamento de Transporte, porque Cuba mantiene lazos de cooperación con Venezuela. Vaya falsa justificación y sí intromisión clara en los asuntos de otros países la del Norte.

A nadie le pueden quedar dudas que esta, como las otras tantas medidas dictadas por la administración Trump están encaminadas a privar de ingresos a Cuba, para así tratar de asfixiar al pueblo cubano, sin tener en cuenta que ese ensañamiento contra los del Verde Caimán no solo afecta a los que vivimos aquí, sino que también tiene implicación directa en miles de cubanoamericanos.

Por eso vuelvo a recordar a mi vecina Ada, quien en lo adelante-como miles de cubanos residentes en Estados Unidos- no podrá visitar con tanta frecuencia a sus familiares acá en Holguín y de proponérselo deberá invertir más dinero y tiempo, todo por caprichos perversos de la administración de Donald Trump.

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